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REDES SOCIALES
Viernes 11 de enero 2013

Chile: La derecha muestra la hilacha

Por: Álvaro Cuadra *
Chile: La derecha muestra la hilacha
Foto: anarkismo.net

Lo que viene aconteciendo en la región de Araucanía ha tenido una consecuencia política inmediata: La derecha ha mostrado la hilacha. Desde titulares sensacionalistas en su prensa escrita y en televisión que nos traen a la memoria años pretéritos hasta huelga de camioneros y la mal disimulada respuesta represiva. A cuarenta años del golpe de estado protagonizado por Augusto Pinochet, el imaginario de camioneros, uniformados y civiles de derechas permanece intacto, siguen siendo los mismos: Un cocktail malsano al que se han hecho adictos desde que brindaron triunfantes en “Chacarillas”: mezcla de racismo mal disimulado, autoritarismo legalizado, codicia y clasismo a ultranza.

La actual crisis de Araucanía ha permitido que ciertos sectores de la derecha chilena se saquen la máscara democrática liberal y nos muestren su faz más real y descarnada. La experiencia histórica muestra, sin embargo, que en tiempos de elecciones, temas como la “amenaza terrorista” o la “violencia” fortalecen en el electorado las posiciones conservadoras. En este sentido, el tratamiento mediático y político que se le está dando al tema mapuche lo instala en la agenda política electoral del 2013 y, quiérase o no, todas las candidaturas deberán hacerse cargo del asunto.

Desde este punto de vista, las duras declaraciones de diversos ministros y parlamentarios oficialistas representan una lamentable “regresión” frente a los reclamos democráticos planteados por diversos movimientos sociales, incluidas las minorías éticas. Una derecha políticamente debilitada frente a una candidatura muy fuerte como la de la ex mandataria, señora Bachelet, ha encontrado el pretexto que necesitaba, convertir una legítima demanda social en una “amenaza interna”, recordándonos a todos los chilenos que, después de todo, estamos, como decía un eminente sociólogo, en una “democracia de seguridad nacional”

La estrategia de la Moneda en cuanto a “militarizar” el conflicto no es nada bueno para el proceso democrático chileno y enturbia el debate en este año de elecciones presidenciales y parlamentarias. Como en los viejos tiempos, la derecha, en una tácita complicidad con los altos mandos castrenses y sus aparatos de inteligencia, administra la violencia y la represión como una estrategia para fortalecer su sector ante una ciudadanía domesticada por los medios. Así, frente a un luctuoso incidente policial con resultado de muerte irrumpen indignados los mismos que han reprimido a los mapuches desde siempre.

Palabras peligrosas

Las palabras jamás son inocentes, mucho menos en política. Ellas delatan visiones e intenciones en quien las profiere. Las palabras son como la punta de un iceberg que muestra aquello que subyace bajo la línea de flotación. Las palabras suelen ser el preámbulo de decisiones y éstas de acciones. Por eso, en el ámbito político es recomendable medir las palabras, utilizarlas con cierto recato, pues, quiérase o no, algunas de ellas abren puertas y ventanas, pero las hay también que son capaces de clausurarlas. Nuestras palabras contienen todo un cúmulo de prejuicios, creencias y miedos, son ellas las que exteriorizan nuestra visión de mundo.

Hay palabras execrables en el discurso político, diríase, en el límite, “palabras peligrosas” La historia abunda en ejemplos, desde conceptos como “razas inferiores”, “guerra interna”, “estado de excepción” o “terrorismo” Esta última fue utilizada hace una década por George Bush hijo para desencadenar una cruenta guerra infinita que ha costado miles de víctimas alrededor del mundo. La palabra “terrorismo” es la antesala de una secuencia de acciones que incluye “militarización”, “represión”, entre otras. Lo único que no está contenido en la visión de mundo que se lee en estas palabras es “solución política” del conflicto.

Al utilizar la palabra “terrorismo”, una autoridad, un gobierno, abandona el espacio político democrático en el que dice habitar e incursiona en otro terreno, aquel del conflicto armado, propio de uniformados, policías y aparatos de inteligencia. Esta radicalización de un conflicto fortalece la violencia e impide la búsqueda de soluciones de fondo al problema planteado. Si bien se pretende que un “estado de excepción” es de suyo transitorio, la experiencia indica que tales estados de excepcionalidad instituyen, por el contrario, una nueva normalidad en que las aberraciones de la violencia constituyen parte de la vida cotidiana de los ciudadanos.

Cuando irrumpe la palabra “terrorismo” triunfa la cultura del miedo y se abre la puerta a un mundo de pesadilla que aleja toda posibilidad de “negociación”, por ende, de solución. Lo primero que muere con el expediente autoritario es la “verdad”, primera víctima de todo estado excepcional. En Chile conocemos de sobra los horrores a los que nos puede conducir una política insensata fundamentada en la violencia. Un gobierno puede pasar a la historia como una administración que inaugura una nueva vía de solución a viejos problemas mediante el diálogo y la negociación seria, pero también puede hacer historia protagonizando una era de represión y muerte.

* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS.

Nota publicada en BolPress

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