Por otro lado, es increíble la “doble cara” (moral) que poseen muchos al momento de dirigirse a la población o de hablar ante los medios. Ellos dicen que entran al hemiciclo para –supuestamente– “servir”, “escuchar” y “atender” las necesidades y preocupaciones del pueblo al que pertenecen. Sin embargo, lo acontecido con lo del “bono de representación” nos permitió comprobar el verdadero perfil de quienes integran nuestro Congreso. No solo mostraron un total desinterés por atender lo que era, a todas luces un pedido y clamor popular, sino que además esperaron que el tema se convierta en un problema de estado para recién optar por anular el “bono”.
Del mismo modo que se pretendió engañar al pueblo peruano con lo del viaje a Holanda para lo de la fase oral ante la Corte, intentaron hacer lo propio con lo del incremento del “bono de representación” (gastos operativos), apoyándose del pretexto que necesitan de mayor ingresos, a fin de poder estar “más cerca” al pueblo y, por ende poder hacer un “mejor” trabajo.
En vez de hablar de incrementos de representación, por qué no empezamos por lo más importante: establecer una ley que exija al congresista la rendición de cuentas de cada sol proveniente de los gastos operativos (actividades, viajes de representación, etc). En Europa es una práctica tan común como el promulgar leyes. Y aquí, ¿por qué no? La confianza de un pueblo se consigue a base de transparencia y coherencia.
¿Sabía usted, querido lector, que a raíz del sonado caso del parlamentario “come-pollo” (quien presentara facturas falsas en su rendición de cuentas para justificar gastos) el Congreso estableció “ya no rendir más cuentas” de los gastos operativos? Qué raro, ¿por qué será, no?
Nota publicada en larazon.pe