¡Abajo la alcaldesa pituca y los serranos buenos para nada que la apoyan, del tipo Toledo! Si alguna evidencia todavía podía buscarse sobre el carácter chapucero y mendaz de la revocatoria, esta semana vimos multiplicarse las pintas que aluden a la supuesta condición de mujer de clase alta blanca, distinta al pueblo, de Susana Villarán, que la hace merecedora de ser revocada, junto con el suelto de un diario fanático-revocador que quiso rebajar las opiniones del expresidente con la fórmula racista de así fuese perfecto siempre seguiría siendo serrano.
Claramente se ve que el ambiente de racionalidad y respeto por el otro ha caído tan abajo que se puede ser antipituco para congraciarse con una parte de la población y antiserrano para coquetear con otra. Más aún, toda la trayectoria política de Villarán la acredita como una persona ligada a organizaciones de bases y sectores populares y que bajo esa orientación fue parte de la gestión socialista del Municipio de Lima con Alfonso Barrantes e impulsora del programa del Vaso de leche.
Pituco por supuesto alude a un grupo social cerrado, que desprecia al resto por su condición social que asocia al factor racial. Eso que se pudo ver con nitidez durante la campaña electoral del 2011 y que aqueja visiblemente a los responsables del diario Expreso y probablemente a muchos otros que evitan hacerlo evidente, no tiene nada que ver con la alcaldesa. El propio diario Correo, campeón de la revocatoria, no pierde ocasión en aludir al sentido de clase de la Confiep que debería llevarla hacia el lado del Sí, ya que el otro sería el de las izquierdas por donde circulan los dirigentes regionales y comunales que critican las inversiones.
Pero vaya uno a pedirle algo de sentido lógico y de respeto por la verdad en la campaña que encabeza tan propiamente el abogado Marco Tulio Gutiérrez, que saldría disparado si algún pituco le ofreciera dinero por sus singulares servicios y que utiliza con total desaprehensión conceptos como incapacidad y haraganería, cuando, él y su grupo, jamás ha mostrado capacidad para algo realmente honesto y que deje alguna huella, y muchos ni siquiera pueden decir cómo se ganan la vida. Ciertamente la intención es que la ciudad vote el Sí por cualquier motivo, para sacar a Susana. Esos son los términos del contrato que puso en movimiento la revocatoria.
¿Qué vendrá después si logran su objetivo? Tal vez renazca en alguna forma La Parada, en terrenos que aún no han sido totalmente desalojados o destruidos; o que la menor iniciativa de reforma del transporte se paralice cuando con todo derecho los Rau Rau y Cía. digan que ellos ganaron las elecciones; que los traficantes de terrenos y empresas infractoras que pusieron para la bolsa exijan que ahora se cumpla con ellas; o que las investigaciones sobre la corrupción municipal que siempre anduvieron con pies de plomo terminen por diluirse aplicando el sueño Fujimorista de la impunidad por vía del voto al nivel Metropolitano.
¿Alguien puede creer que estas y otras cosas no están pactadas por el grupo revocador cuya única tarea es tumbarse a la alcaldesa y que los demás carguen con el resultado? Como dice César Lévano, si supiéramos quiénes mueven los hilos de la revocatoria nos caeríamos de espaldas. Esto es quizás lo más turbio de esta operación política. Las caras de falso pueblo que mostraron los revocadores el otro día apenas son una pequeña muestra de cómo se puede juntar lo peor del país para robarnos una vez más nuestro voto (Con información del diario La Primera).