El principal objetivo de los gobiernos de los denominados países integrantes del ALBA es permanecer en el poder indefinidamente; esto es, el modelo castrista revivido, sea a través de familiares o de incondicionales que nunca faltan. Pues todos ellos llegaron al poder vía elecciones democráticas, pero inmediatamente después, ya sea mediante asambleas constituyentes o “interpretaciones autenticas” de la Constitución, se relanzan indefinidamente a la presidencia y ganan con gran apoyo popular debido a sus políticas populistas y clientelistas de regalar dinero a los más necesitados; es decir, las mal llamadas políticas de inclusión social, que en el mediano y largo plazo son insostenibles, prescindiendo muchas veces de proyectos o inversiones que creen empleos sostenibles que son el verdadero camino para llegar a la justicia social, sin necesidad de enquistarse en el poder y establecer autocracias que aplastan a todo lo que se les opone y que finalmente desprecian a la democracia, autodenominándose democracias participativas o directas, donde nadie rinde cuentas de nada y a su sombra emergen miles de nuevos ricos miembros del partido de gobierno.
Ideas con las que mucho tiene que ver el sociólogo alemán Heinz Dieterich, conocido por intentar continuar sin éxito en Europa el comunismo después de la caída del Muro de Berlín, razón por la cual pensó encontrar en un exótico país caribeño como Venezuela, con mucho petróleo y dinero, el lugar para llevar a cabo sus experimentos físico-políticos, hasta que por alguna razón desconocida se alejó del chavismo del siglo XXI. Pero al que intenta volver apoyando a Maduro en su puesto de delfín de Chávez, con el respaldo de los Castro y peleado totalmente con la facción que lidera Diosdado Cabello.
En el caso peruano, no se le puede negar el acierto a la pareja gobernante de deshacerse de los autores de la mal llamada “gran transformación”, que nos hubiera llevado al desastre económico, gracias a que se escogió al exviceministro de hacienda de Alan García como jefe del sector. Un poco se dice, por la intuición femenina de Nadine al entrevistar a Miguel Castilla. De no haber sucedido este hecho casi fortuito, el ministro hubiese sido el encargado del sector economía del toledismo, quien fuera por pocos meses ministro de la producción en el mediocre y caviar gabinete Lerner.
Sin embargo, lo preocupante en este momento es la motivación real del viaje del presidente Humala a Cuba, sospechamos que es para reafirmar su compromiso político con el socialismo del siglo XXI, garantizando a los Castro y a los líderes chavistas la continuidad del proyecto en el Perú; es decir, la reelección indefinida de la pareja presidencial, e ir cerrando progresivamente los espacios a la oposición. Situación que haría cada vez más difícil encontrar condiciones justas para el debate, la alternancia en el poder, y el control y fiscalización necesarios. El presidente Humala debe aclarar esta y otras dudas sobre su repentino viaje a Cuba y es papel de la oposición demandárselo.
Nota publicada en larazon.pe