Museo de Arte Contemporáneo

Ayer se inauguró el Museo de Arte Contemporáneo Lima (MAC-Lima), ubicado sobre la avenida Grau y la quebrada de Armendáriz, que da acceso a las playas de Barranco, y de Miraflores, así como al circuito de playas.
 
Durante la inauguración, tanto el Ministro de Cultura, Luis Peirano, como Jorge Grüenberg, presidente del MAC, y Fernando de Szyszlo, nuestro insigne artista plástico, entre otras personalidades, hicieron uso de la palabra. En adición, la ceremonia de inauguración representó el momento más adecuado para brindar un reconocimiento público a quienes trabajaron en favor de la “concreción de un sueño que empezó a anidar en las mentes de estos jóvenes de mediados del siglo pasado”, sentenció Grüenberg en alusión al Dr. Luis Carlos Rodrigo, Fernando de Szyszlo y el Arq. Fernando Correa Miller, a quienes se les confirió  la Medalla del MAC-Lima.
 
Más allá de la noticia de la inauguración de un importante espacio citadino, donde el arte contemporáneo pueda presentar sus más audaces propuestas, está el hecho de que todas las alocuciones resaltaron el buen momento por el que atraviesa el Perú.  La expansión económica, los altos niveles de confianza para invertir, el auge de la gastronomía, la mejora en los resultados de disciplinas deportivas populares como el vóley -entre otros-, la sensación de felicidad que compartimos los peruanos, el triunfo de las letras peruanas personificadas en Mario Vargas Llosa, etc. y, como consecuencia lógica de todo ello, el arte también ha fructificado en múltiples manifestaciones.
 
Mi imaginación hizo un viaje elíptico y me remonté al Siglo de Oro Español que comprende parte de los s. XVI y XVII, ¿qué hizo que España creciera, se consolide y expanda?, ¿acaso no fue el fortalecimiento de la Corona como consecuencia de los ingentes recursos minerales –oro y plata- que empezó a recibir de sus colonias, una vez establecidos los virreinatos de América, principalmente?
 
Las artes son expresiones de creatividad que requieren su tiempo de conceptualización, de maduración de las ideas, de plasmación de las mismas, de contemplación, de ensayo -con sus aciertos y errores-, de experimentación, de tranquilidad emocional para generar el espacio donde el ingenio se despliega y avanza allende hasta el infinito.
 
Si bien es cierto que las personas podemos hallar estímulos múltiples, inclusive en las circunstancias más difíciles, las artes más creativas  celebran el éxito de la vida en tanto que el espíritu se consagra en períodos en que estamos menos preocupados por el subsistir y damos paso a la trascendencia.
 
¿Qué ha hecho que el Perú cambie?, ¿qué conjunto de acontecimientos se sumaron para generar la sinergia que se necesita para que el país continúe en su proceso de expansión?
 
La decisión política de enfrentar la crisis, asumir nuestra propia responsabilidad y dejarnos de buscar culpables de nuestros propios desaciertos y desdichas.  Dejar de lado discursos que descalificaban y convertían en ogros a la natural expansión económica de la principal potencia del continente.
 
La convicción de que seríamos capaces de perseverar en la reforma económica, la apertura hacia nuevos mercados aún sabiendo que ello significaba un desafío, pero también una oportunidad.  Afortunadamente, no nos arredramos -ya habíamos hecho frente a muchas otras dificultades como la hiperinflación de 7,650% en 1990, la insania terrorista durante más de una década, la sensación de inseguridad, de desconfianza de unos con otros, la huida casi en masa de cientos, miles y casi hasta millones de jóvenes peruanos que se vieron casi obligados a ofrecer su talento y fuerza de trabajo en el exterior.
 
Ser conscientes de que debíamos aprender en el proceso y vivir esta experiencia vital con toda su intensidad. La economía empezó a responder, la inflación se convirtió en un registro de libros de historia, la violencia –lamentablemente- casi fue maquillada y la juventud de la presente generación no sabe de la crueldad con que actuaron las bandas subversivas.
 
La seguridad interna, tras la derrota del accionar subversivo, fue el principal detonante para recuperar la confianza de la inversión nacional y extranjera y empezamos a crecer.  Habíamos sido tan golpeados que la cohesión social se sustentó en evitar populismos y desterrar cualquier atisbo de accionar violentista.
 
La calidad de vida en general ha mejorado y hay más tiempo para la expansión, de la necesidad de productos tangibles hemos pasado gratamente a la búsqueda de intangibles culturales.  SI el teatro florece, si se abren más salas de arte, si se organizan congresos, seminarios, fórums, charlas conversatorios de todo tipo, si las universidades bullen de jóvenes y no tan jóvenes, es que estamos en el camino correcto del desarrollo, cuerpo mente y espíritu saludables.
 
El Museo de Arte Contemporáneo Lima es expresión de un país optimista que se expande, que canaliza sus fuerzas de manera positiva, que es consciente de que aún nos falta un gran trecho por recorrer, que aún hay desconcierto y temor frente al cambio.  La rutina, aunque sea en la pobreza, también constituye un espacio de confort, de seguridad, al cual se aferran quienes no están debidamente informados o han sido manipulados.
 
Quien se opone a la evolución que representa la inversión se teme a sí mismo y a otorgarle satisfacción a su mente, a su cuerpo y a su espíritu.