Lima es la ciudad de pueblos y comunidades de diversa procedencia: Los oriundos de Lima y los provincianos; las diferencias generacionales, los matices urbanos, los distritos de tradición y las urbanizaciones nóveles, etc. Hay otros ingredientes de singularización, como es la religiosidad. Porque la pertenencia a una comunidad de fe, sociabiliza. Los católicos seguimos siendo la porción mayoritaria, y los cristianos evangélicos muestran un crecimiento vigoroso.
La Coordinadora Nacional Pro-Familia (evangélicos) realizó el día de ayer, miércoles 23 una Gran Marcha “Por la Familia y Los Valores”, del que guardo memoria fotográfica y filmación sobre el destacado número de ciudadanos participantes.
Los socialistas y comunistas serán revocados del gobierno municipal de Lima, en marzo, en un acto democrático. Los gobernantes tienen dos legitimidades: de origen y de ejercicio. La más importante es la legitimidad de ejercicio, que mira la capacidad de cumplir los propósitos.
La alcaldesa Susana Villarán se embriagó en el poder municipal, y confusa en sueños revolucionarios, pretendió arrasar valores que la sociedad limeña conserva y defiende: la moral pública, el recato, la decencia, el decoro.
La alcaldesa de Lima se ilegitimó por promover campañas pro-gay, por aplicar recursos municipales en pro de sus apetencias particulares y a favor de sus prejuicios ideológicos.
Los evangélicos la derrotaron, moralmente, ayer. La movilización fue numerosa y militante. Lima es un reducto para los valores, para la familia, para la vida, para el orden natural, que respeta la realidad sin deformaciones ideológicas.
Nota publicada en larazon.pe