El discurso de Ramón Guillermo Aveledo el pasado 23 de enero es uno de los más estimulantes que he escuchado en estos 14 años de dictadura chavista. Lo titulo el discurso de la MUD porque evidentemente RGA habló en nombre de todos los partidos y organizaciones que integran la Mesa. Fue un discurso breve pero contundente, oportuno, claro, preciso, bien hilado y de un contenido y alcance trascendentales.
Todos los objetivos nacionales alrededor de los cuales propuso al pueblo venezolano que se una para procurarlos son muy importantes. Pero quiero referirme a un tema específico tratado en el discurso que contempla una situación que habremos de enfrentar muy pronto. Se trata de la inminencia de una nueva elección presidencial.
Considero de especial trascendencia el juramento y la garantía ofrecida en el sentido de que, si se precipita –como muy probablemente ocurrirá– un nuevo proceso electoral presidencial, la escogencia de un candidato unitario se hará por la vía del consenso.
Este método de toma de decisiones es el más adecuado en este caso. La otra, que sería una nueva primaria, no parece viable en esta oportunidad, entre otras razones porque no hay tiempo para organizarla y llevarla a cabo. El consenso es complejo y requiere un proceso de negociación lento y penoso, pero esa dificultad no es óbice para dejar de emplearlo. Lo importante es que quienes intervendrán en las negociaciones dejen a un lado sus pretensiones e intereses inmediatos y actúen teniendo en cuenta que una vez más está en juego el destino del país, su existencia como nación, su independencia, su soberanía y la democracia.
Tenemos, tanto dentro de los partidos como fuera de ellos, muchos hombres y mujeres que merecerían ser escogidos como candidatos, pero hay necesidad de ponerse de acuerdo en un solo nombre. En mi opinión el candidato que se escoja debe tener el peso suficiente para infligir a su contendor oficialista una derrota contundente. Debe ser una persona de amplia y aquilatada experiencia política, que ya tenga consolidado un sólido prestigio como líder de alcance nacional y posea una larga y firme experiencia política, que sin ser demagogo ni populista tenga un discurso que le llegue al alma del elector, le despierte las fibras de la emoción y lo convenza de que para el bien de todos será el gobernante que rescatará a Venezuela del naufragio económico, social, cultural y político al que ha sido llevado por la pseudo-revolución "bolivariana". Que actuará con firmeza y sin titubeos frente a la pretensión del chavismo de convertir a Venezuela en un clon de Cuba sacrificando su independencia y su soberanía nacionales para someternos a la triste condición de colonia de un país pobre y atrasado que no puede sobrevivir sin la caridad internacional. Debe ser una persona inmaculada en el sentido de que no tenga en su pasado el más mínimo rastro de haber estado implicada en algún negocio turbio o acto de corrupción. Debe gozar de una muy alta y sólida moralidad, comprometido en restablecer en el país todos los valores morales que han sido destruidos y despreciados durante los 14 años del desgobierno chavista. Estas son sólo algunas de las características que pienso debe reunir quien aspire a ser escogido como candidato de la unidad.
Personalmente visualizo en la mente dos nombres pero como no tengo arte ni parte en la MUD me los reservo. Uno de ellos no figura en la pizarra de los que se barajan públicamente, pero, además de reunir las cualidades señaladas, ha demostrado la ecuanimidad, la paciencia, la sabiduría, que ha permitido mantener cohesionada la oposición, incluso en momentos difíciles en que parecía estar a punto de dividirse.
Da la impresión de que el régimen juega con el estado de la salud del primer mandatario, retardando el momento en que habrá que declarar su falta absoluta, para disponer de tiempo para preparar el fraude, los ventajismos y los abusos de poder que empleará en esta nueva gesta comicial. Resulta odioso ver cómo se manipula la información sobre el estado de salud del mandatario proporcionando noticias deliberadamente vagas, imprecisas y ausentes de base científica para mantener en la mente del electorado chavista la creencia de que su líder se está recuperando y regresará en algún momento a retomar las riendas del poder. Eso les permite también ganar tiempo para tratar de dar consistencia a la candidatura de un personaje cuyo único título para aspirar a la silla de Miraflores es el dedo del repitiente que lo impuso como candidato y conminó a sus huestes a apoyarlo.
Quienes participarán en el proceso del consenso deberán tener presente que si no se escoge un candidato que pueda derrotar a su contendor oficialista, y perdemos, resultará imperdonable que fracasáramos en esta nueva oportunidad que la Providencia ha puesto en nuestras manos para librar al país del chavismo.