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Jueves 31 de enero 2013

Para entender la crisis: ¿Cómo comenzó todo?

Alexis González-Tello (*)
Para entender la crisis: ¿Cómo comenzó todo?
Foto: Difusión


Alexis González-Tello, autor de estas líneas


En el verano del norte en el 2008, comenzó una nueva crisis financiera internacional con epicentro en los mercados norteamericanos. Fue calificada como sistémica debido a la diversidad de sus manifestaciones y a la amplitud de sus consecuencias siendo la más grave desde la gran depresión del año 1929.
 
Esta crisis detonó a partir del sector de los créditos subprime, cuyo colapso provocó el de todo el sistema. En realidad la crisis no surgió en septiembre del 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, sino dos años atrás con la distorsión del ciclo inmobiliario norteamericano y el contagio del riesgo ligado a los préstamos subprimes en los balances de los actores financieros (bancos, hedge funds, compañías de seguros y otras) fuertemente interconectados entre ellos.
 
La globalización financiera, convertida en fuente de inestabilidad para la economía mundial, incita a cuestionar la eficiencia de la normatividad de regulación. El gobierno de Barack Obama se propuso reescribir las reglas del sistema regulador estadounidense al que consideró "débil y desfasado", convirtiendo a la Reserva Federal en una especie de superagencia con el poder suficiente para regular los derivados y otros instrumentos financieros que propagaron la hecatombe económica. Así, afirmó, se evitaría la acumulación del riesgo y la movilización de cantidades exorbitantes de dinero público para rescatar a los bancos.
 
La codicia de algunos directivos ha dañado el sistema financiero global. Este es un buen punto de partida que permite reflexionar críticamente sobre cómo las Escuelas de Negocios han contribuido a perpetuar cierta visión equivocada y dañina de la empresa. Durante años, se impartió la visión simplista de una empresa que afianza un sistema de valores poco adecuado. La empresa se define como un artilugio financiero cuyo fin último es la generación del beneficio económico. El directivo se supone un agente oportunista y egoísta que debe ser controlado mediante incentivos ingeniosos que hagan confluir los intereses personales con los del accionista. El propio Presidente Obama en su discurso inaugural en el 2009 no dudó en referirse a "la irresponsabilidad y la avaricia de algunos" como una de las causas de la crisis. El mundo ha considerado censurable que instituciones financieras que se mantienen a flote gracias a las ayudas del contribuyente sigan repartiendo primas y sueldos millonarios entre los mismos ejecutivos que llevaron a la quiebra a la empresa. De ahí que Obama actuara prohibiendo el pago de bonos extraordinarios considerados inmerecidos.
 
La crisis ha servido para mostrar cierta vulnerabilidad del modelo estadounidense. La globalización, el comercio internacional, el libre mercado y la desregulación financiera, aspectos que fueron defendidos durante años, ya no aparecen como la fórmula mágica. La idea de que el capitalismo traería grandes dosis de prosperidad y crecimiento se va deteriorando. Y una nueva generación de académicos desarrolla nuevas teorías y modelos que incorporan visiones más sofisticadas y más realistas sobre el comportamiento humano y sobre el papel de la empresa en la sociedad. Nuevos enfoques basados en la confianza y en el capital social estarían cuestionando la base teórica del capitalismo.
 
Pocas personas podían imaginarse que como consecuencia de la crisis, muchos bancos de primera fila tendrían que recurrir a los Estados nacionales para conseguir liquidez. La restricción al crédito en el sistema bancario internacional provocó que los gobiernos de numerosos países europeos, y también de Estados Unidos, tuvieran que acudir al rescate de más de una entidad.
 
En el 2008, el gobierno de Estados Unidos decidió nacionalizar los dos bancos hipotecarios más grandes del país a fin de evitar su quiebra: Fannie Mae y Freddie Mac, lo que supuso la mayor intervención del Gobierno en la propiedad privada en la historia de ese país que junto al Reino Unido, son enemigos de cualquier tipo de nacionalización y más bien son partidarios de privatizar lo máximo posible del sector público, como lo demostraron las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher a inicios de los años 80. Seguiremos.
 
Próximo artículo: LOS ESTADOS AL RESCATE DE LOS BANCOS
 
* Alexis González-Tello, es economista graduado por la Universidad de Grenoble Francia, tiene dos maestrías, la más reciente de la Universidad de París sobre Finanzas Internacionales. Docente de la Universidad Mayor de San Marcos y funcionario de la Superintendencia de Banca y Seguros.

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