La foto de la vergüenza

El gobierno venezolano ha anunciado que demandará a El País por esa foto desgraciada. Aún no ha dicho bajo cuál acusación y no puedo imaginar ninguna, porque la ridiculez todavía no es delito.

El periódico ha pedido disculpas y, de hecho, retiró el 95% de los ejemplares apenas se dieron cuenta de la burrada que habían cometido. Gracia que les costó una millonada, amén de la mofa internacional. Pero lo que resulta aún más caricaturesca es la posición farisaica de nuestros políticos, pues justamente lo que ha convertido todo rumor de Chávez en una apetecible primicia noticiosa es la desinformación del estado de salud del principal empleado público del país. A quien le pagamos el sueldo y todos los gastos de su terapia internacional -que no sabemos cuál es- de acuerdo a un diagnóstico -que desconocemos- y que le han ordenado los médicos, que no tenemos ni idea de quiénes son.

La trampa la puso Tomasso Debenedetti, un estafador italiano acostumbrado a pergeñar entrevistas ficticias y anunciar muertes falsas de celebridades, como Umberto Eco o García Márquez. El coló la foto y El País, creyendo que se la comía, cayó redondito. Pero según la retórica oficial del extravagante gobierno venezolano, la foto es parte de alguna estrategia política cuyos malévolos fines son... ¡Dios sabrá cuáles son!, porque sin duda, hacer el payaso no es un objetivo editorial de ningún periódico serio, menos uno como El País.

Es una foto vergonzosa. Pero sobre todo debería darnos pena a todos los venezolanos ser tan papanatas como para permitir que una "elite política" se tome el derecho de guardar, en su íntimo secreto, información elemental de Estado, como la salud del principal empleado público del país, al cual, insisto, todos le pagamos su sueldo y su terapia.

Nota publicada en eluniversal.com