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Jueves 31 de enero 2013

Osirólogos vs. Violentólogo

Por: Gloria Gaitán
Osirólogos vs. Violentólogo
Foto: Difusión


Gloria Gaitán, autora de estas líneas

“No permitiré que la MEMORIA de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, quede en manos de los VIOLENTÓLOGOS, de los expertos en la muerte, en la violencia, en la victimización, en el dolor y la derrota. La memoria de mi padre debe estar en manos de la VIDA, de la esperanza en el futuro, de la fe en el mañana. Debe quedar en manos de los OSIRÓLOGOS[1] que, como el dios egipcio Osiris, contengan las semillas de la vida, del futuro, de la equidad y la bonanza. Que despierten en el pueblo la certeza de que su lucha lo llevará a la victoria”.

GLORIA GAITÁN 


La caridad y la victimización son dos caras de una misma moneda. Son sentimientos de condolencia y conmiseración hacia el pueblo, al que se observa, estudia y analiza en su exclusiva condición de víctima y  de miserable, sin reconocer ni fomentar  – por convicción o por táctica -  su grandeza, su extraordinario potencial de lucha y su honrosa calidad de héroe. . Se le enseña al pueblo a ser mendicante y no luchador aguerrido.

Da la sensación de que los violentólogos y los seres caritativos se regodean con el dolor  propio o ajeno y parecería que sienten, en lo profundo de su ser, una subconsciente compensación personal al condolerse con la miseria humana. Los caritativos sueñan con ganarse el cielo, los violentólogos con prestigio académico y reconocimiento social o político, gracias a sus investigaciones y tareas en torno a la denuncia de la violencia y la miseria.

Un líder que creyó y confió en la grandeza del pueblo, como mi padre, en un viaje a Barrancabermeja, siendo Ministro del Trabajo, escuchó atentamente las quejas de los obreros petroleros que le pedían solución a sus dificultades. Cuando terminaron exclamó Gaitán: “Yo no he venido aquí a escuchar lamentaciones de tangos argentinos. No quiero ver a un pueblo arrodillado llorando sus desgracias. Quiero verlo de pies, luchando él mismo por conquistar sus derechos”. La grandeza, la dignidad del pueblo, es lo que crea los grandes movimientos populares victoriosos. No la victimización ni la caridad, ni el paternalismo, ni la cizaña.

La Oración por la Paz y la Oración por los Humildes son también ejemplo de que para Gaitán los sacrificios e incluso la muerte eran vida del destino victorioso del pueblo.

Los especialistas en el dolor y la victimización no proponen el optimismo, fomentan la depresión y la minusvalía, dándole la espalda al estímulo del orgullo popular, a la fe y las ganas de luchar y de triunfar.

Sus museos, sus cátedras y sus libros son viacrucis de dolor. Son plañideras. Elevan “muros de las lamentaciones”. Por el contrario, los osirólogos nos concentramos en rememorar las odiseas populares, su protagonismo en la historia y su potencial de victoria con la condición de estimular su autoestima para que crea en él, para que confíe en él y reconozca que su futuro y su destino están en sus manos y que todo depende de su entusiasmo para asumir la lucha.

Por eso, los que hemos tomado nuestro apelativo de lo que representa Osiris, en 1989 desenterramos el cuerpo del líder popular, Jorge Eliécer Gaitán - donde había sido enterrado a la fuerza por el presidente genocida Mariano Ospina Pérez - y lo trasladamos al Patio de la Tierra en El Exploratorio para sembrarlo, porque es semilla y no cadáver, semilla de vida y fuente de inspiración para la lucha y las futuras victorias populares.

GLORIA GAITÁN

Bogotá, Enero 23 de 2013 –fecha del natalicio del líder popular, no de su muerte.



[1] Osiris es un dios egipcio, señor del mundo subterráneo, que contiene las semillas de la vida. Protector de los difuntos. Su muerte y resurrección simbolizan la sucesión de las estaciones y permite a los hombres esperar una nueva vida. También es el sol en su fase nocturna, cuando está todo tenso hacia una nueva aparición.

Como dios de la vegetación, Osiris da los frutos de la tierra. Como dios soberano, aporta las leyes y las costumbres. Osiris viaja por el mundo, extiende por todas partes la civilización. Se le llama Ounennéfer, es decir, el ser perpetuamente bueno. Es una momia verde, siendo el verde el signo de fertilidad. Sus brazos están cruzados sobre el pecho y tiene los signos de soberanía: el cetro del rey, el látigo del juez y el bastón de la larga vida.

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