Lo que Fidel Castro no logró con invasión armada en los años 60, en la cual participaron milicianos hoy relevantes de su régimen, lo obtiene pacíficamente gracias a nuestro comandante presidente (CP): control del poder.
La dictadura ahora jefaturada por su hermano Raúl, se jacta de afirmar que Venezuela y Cuba tienen un solo gobierno. Pese a rechazar su reingreso, la OEA, se muestra favorable al proyecto revolucionario. Lo evidencia el secretario general, el chileno José Miguel Insulza, a quien avala el gobierno de su país. Todo por el petróleo que nos compra el imperio.
Reivindicado por el castrismo colocó al organismo en "cómplice involuntaria de una potencial violación de claros preceptos de la Carta Democrática Interamericana", según denuncia que le costó a Guillermo Cochez el cargo de embajador de Panamá.
A celebrar la sentencia del subalterno tribunal que infringió la Constitución, 19 gobiernos se hicieron presentes. Personalmente vinieron dos presidentes apodados chulos, a insultar a venezolanos que defienden su soberanía. Otros van a Cuba, como la argentina que recibió el maletín de dólares, quien no vio al CP pero se entrevistó con Raúl Castro. En esa onda Juan Manuel Santos, quien declaró "nuevo mejor amigo" a quien consideró desgracia para Colombia su elección presidencial.
El dictador cubano asumió presidencia de Celac paralela -aunque lo niega la insulsa opinión- a la OEA. Así lidera la confederación de repúblicas anunciada en 2007. Y desde allí confirma su intervención en Venezuela al arremeter contra la oposición. Un fantasma recorre Europa, el comunismo, proclamaron Marx y Engels, en 1848. A siglo y medio los neosocialistas pregonan: el castrismo recorre América.