Hablemos de dinero

A partir de hoy escribiré sobre la situación de la industria energética, tema que alternaré con el político, normalmente desarrollado en esta columna. Este "cambio editorial" se debe al Máster en Derecho con enfoque en energía, que he sufrido con piel de venezolano en Columbia University (New York). Digo que lo he sufrido, porque todos los días me explota en la cara lo irónico de la pobreza en Venezuela y la mediocridad con la que hemos dirigido nuestra industria. Sirva esta introducción como invitación a un debate nacional.

Más del 90% de nuestra economía está vinculada al sector energético, pero casi ningún venezolano sabe siquiera a qué se refiere el término. De hecho, el profesional promedio cursa 19 años de educación formal, sin estudiar una sola materia vinculada a nuestra mayor fuente de riqueza ¿Por qué? ¿A quién conviene la ignorancia? La gran beneficiaria es la elite política, que se hace luego elite económica y que cuando deja de ser gobierno se muda con su dinero a La Romana o Miami. Así ha sido por décadas y muy especialmente en los años recientes.

Esa elite es normalmente ignorantísima en lo que respecta al petróleo, por lo que no puede sino repetir slogans y falsas creencias que hemos acumulado con los años. Los slogans se han hecho más dañinos en tanto el socialismo cubano ha determinado nuestro discurso político, pero la sociedad ha sido cómplice por omisión. Así, menos de 5 universidades ofrecen postgrados en energía, la investigación es casi inexistente y la publicación casi imposible. El cambio climático y sus implicaciones económicas sobre la industria se percibe como asunto de "hippies". No existe un diputado que sea experto sobre el tema, ni un magistrado, ni un ministro, nadie. Es un milagro que la industria funcione a medias, aunque quizás Dios tenga menos que ver en esto que los chinos, rusos e iraníes. Alguien debe estar administrando nuestra riqueza y los "gringos" no son.

A estos temas dedicaremos una reflexión semanal.