Arranque con omisiones

Ya falta menos de un mes para el inicio de clases, señalado para el lunes 4 de marzo, con excepción de los lugares donde los gobiernos regionales planteen modificaciones coherentes con su realidad.

El Ministerio de Educación ha convocado a la Campaña por el Buen Inicio del Año Escolar –tal vez un poco tarde y con débil resonancia-, pero ese es un compromiso que todos debemos apoyar sin ambages. Siendo el estado nacional el primer responsable de este reto, lo son también las autoridades subnacionales como lo son, por supuesto, los padres de familia. Al fin de cuentas lo somos todos, en la medida de nuestras convicciones y compromisos.

Decíamos en febrero del año pasado (SCOPIO 19) que iniciar bien el año escolar era, figuradamente, abrir la ruta celebratoria de una buena navidad. La metáfora buscaba valorar que aquello que comienza bien debiera terminar del mismo modo. El augurio no fue tan feliz para el 2012 porque una prolongada huelga de docentes puso serios obstáculos en el camino. Esperemos que ello no vuelva a ocurrir este año, aunque nada nos lo garantiza.

El año anterior las directivas ministeriales señalaban como indicadores de un buen inicio escolar el mantenimiento de los locales escolares, la entrega  oportuna de materiales educativos y la asistencia plena de profesores y estudiantes el primer día de clases. Este año se consideran, de modo más preciso, la matrícula oportuna y sin condicionamientos; docentes contratados a tiempo; textos y materiales disponibles;  un plan de acción para mejorar aprendizajes; y una buena acogida para todos los estudiantes.

Es imposible dejar de advertir que el mantenimiento de los locales escolares NO FORME PARTE del inicio de un buen año escolar. Simplemente es insólito. Durante el gobierno anterior se dio paso al llamado “mantenimiento preventivo”, medida sencilla y sensata que les permitía a los directores disponer y utilizar, directamente, montos menores de dinero que les era girado con la finalidad de atender los pequeños gastos que, como su nombre lo indica, se destinaban a la revisión y reparación de sus más elementales servicios. Por decir: baños, vidrios, chapas, resanes, y otras cosas menores que no debieran requerir de las “altas autoridades”. Pero, oh sorpresa, este año se ha eliminado.

El “mantenimiento preventivo” fue considerado como una medida eficaz pues implicaba también una forma de descentralización real, que devolvía a la dirección del plantel la función básica de velar por aquello que se le había encargado dirigir. En vano se arguye que algunos directores incumplían con rendir cuentas de los gastos, cuando todos sabemos que esos casos constituían una minoría insignificante.

De otra parte se alega la necesidad de un mapeo de la infraestructura educativa para mejorar la atención. Vaya. ¿Acaso se oponen ambas tareas? Apena y fastidia que los avances que se van logrando, por pequeños que fueran, se los anula o sustituye sin fundamentos razonables.

Pese a este gratuito obstáculo autoinfligido para un real buen inicio del año escolar, hay que insistir en apoyarlo sin dejar de señalar aquellos desaciertos como el que estamos mencionando, además de intentar medir los efectos de su inexplicable anulación. Colaborar es, también, decir la verdad.