La propuesta que el presidente Piñera ha hecho a su colega Evo Morales constituye un Caballo de Troya. No porque sea falsa, sino porque esconde un torpedo contra las relaciones peruano bolivianas. Víctor Andrés Belaunde solía decir que Perú y Bolivia, más que hermanos eran gemelos, por su común origen andino quechua-aimara y colonial. Bolivia fue conocida históricamente como Alto Perú hasta que las guerras de independencia determinaron su nacimiento como Estado independiente. Perú y Bolivia sufrimos juntos los avatares de la confederación del Mariscal Santa Cruz y luego fuimos aliados en la infausta Guerra del Pacífico (1879-1883). La primera etapa de esa conflagración le costó a Bolivia la pérdida de su provincia litoral, entonces rica en salitre y ahora en cobre, que en la segunda década del presente siglo XXI sigue siendo la principal riqueza de Chile. Chuquicamata, la mina de cobre más grande del mundo, se encuentra en el Valle de Calama, región de Antofagasta, que las tropas chilenas arrebataron a Bolivia luego de ultimar a Avaroa, máximo héroe boliviano. Chile sin el cobre de Antofagasta no tendría la riqueza que hoy ostenta. Chile le debe a Bolivia una montaña de oro que aún no ha empezado a pagar. La reivindicación marítima de Bolivia es un reclamo inherentemente justo.
Pero la rectificación de esa injusticia histórica no tiene por qué hacerse a costa del Perú. Nosotros recuperamos Tacna el año 1929 sacrificando Arica, y para asegurar nuestra soberanía, pactamos con Chile que ninguno de esos territorios podía ser cedido a un tercero, sin previo acuerdo entre los dos. Si Chile desea otorgar a Bolivia una salida al mar mediante un corredor ubicado al norte de Arica, antes debe consultar al Perú. Así lo señala inequívocamente el Artículo Primero del Protocolo Complementario del Tratado del año 1929. El hecho que Chile solo estuviera cediendo a Bolivia el uso autónomo de ese corredor, no cambia en absoluto tal obligación. Nosotros tenemos sobre el territorio de Arica una soberanía residual, reflejada en tres servidumbres: 1) los canales de Uchusuma y del Mauri, sin perjuicio de la soberanía que nos corresponde sobre los acueductos de ambos canales ubicados en territorio chileno; 2) la servidumbre sobre el ferrocarril Tacna – Arica, aún en precario funcionamiento; y 3) las facilidades portuarias que se han concretado en el infrautilizado muelle y aduana peruana de Arica, tal como específicamente fueron ratificadas en el acuerdo del año 1999. En tal virtud, Chile está en la obligación jurídica de respetar esos derechos del Perú. Sin embargo, tales derechos son distintos e independientes dela actual controversia marítima. Lo que el Tribunal de La Haya resuelva no tiene nada que ver con el supuesto corredor de Arica. En eso se equivoca el presidente Piñera al generar un falso condicionamiento a la futura sentencia de la Corte Internacional de Justicia, quizás con el velado propósito de generar un resentimiento boliviano contra nosotros.
Esta situación, sin embargo, obliga al Perú a tener un espíritu amplio hacia Bolivia. Si Chile ofrece a Bolivia un corredor al mar al norte de Arica para que construya un puerto y tenga un acceso marítimo directo, el Perú no debe actuar negativamente, siempre y cuando se respeten los derechos peruanos en Arica y la eventual soberanía marítima que nos reconozca el Tribunal de La Haya (Con información del diario Expreso).