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Viernes 08 de febrero 2013

La China y el ALBA: lumpia de pabellón

Por: Daniel Lansberg Rodríguez.
La China y el ALBA: lumpia de pabellón
Foto: Referencial

Hace unas semanas, en esta misma columna compartí mi perspectiva sobre las posibles implicaciones geopolíticas que podrían resultar tras la hipotética muerte de Hugo Chávez. ("El panorama global después de Chávez" El Universal  01.11.13).

De mi análisis inicial publicado en ese entonces, me vi obligado a cortar una sección sobre China por razones de espacio, suponiendo que la próxima semana le dedicaría una columna entera a este amplio e importante tema. Obviamente, en ese momento, jamás imaginé que a un mes después de la desaparición de nuestro Presidente, aún nos mantendrían ignorantes con respecto su condición, y la publicación de esta columna se fue retrasando con cada nueva indignación.

Sin embargo, hoy regreso al tema, ya que merece atención. Las noticias del día a día nos orientan un poco más al hecho que el futuro de Latinoamérica no está con el ALBA, tal como no lo fue con la Gran Colombia. ¿Será entonces con China?

Durante la última década, la trayectoria de la República Popular de China se ha caracterizado por su afán insaciable de recursos y materia prima con el fin de mantener su economía hipercinética en un nivel de crecimiento superior al 10% anual. Siendo ella misma un régimen poco democrático, la inversión china representa una fuente cada vez más importante de capitalización para países "problemáticos" como los nuestros, ya que esos fondos suelen venir sin ataduras políticas. Aunque los términos económicos tienden ser poco ventajosos a largo plazo, a diferencia de los países de la OCDE o del Banco Mundial: China no "fastidia" con exigencias de derechos humanos, ni se espantan porque nacionalicemos algo o porque nos salgamos del CIADI.

Suena perfecto: un socio con biyuyo y sin prejuicios. Pero a nivel económico, y a nivel logístico hace poco sentido. Venezuela tiene una deuda actual con China que se estima en $50MM, y apenas esta semana hemos solicitado $4MM más. Con montos tan extremos cada porcentaje importa y China nos ha exigido términos pocos generosos. Después de todo, el crudo venezolano es famosamente difícil de procesar en comparación con lo que se produce en otros países petroleros, y sin tener Costa Pacífica, el acceso hacia un país oriental resulta menos rentable debido a la distancia –costos que el gobierno venezolano ha tenido que absorber para hacer negocios con China.

Sin embargo, la rentabilidad y la ideología fueron al campo un día, y para el 2011, China estaba establecido como el cuarto mayor importador de petróleo venezolano, y nuestro gobierno desea duplicar esa cifra para el 2015.

Curiosamente, en cuanto sus relaciones con las economías pobres del ALBA, países de escasos recursos como Nicaragua y Cuba, resulta ser la propia China quien pone la política por delante del lucro.

Durante los últimos días de su guerra civil, a finales de los 1940s, la insurrección comunista de Mao lucía estar a punto de acabar con las fuerzas gubernamentales del general Chiang Kai-shek. Este último -al darse cuenta de su inminente derrota- huyó con su ejército, estableciendo un "gobierno en el exilio" en la isla Taiwán. Protegidos bajo el auspicio de EEUU y la OTAN, el gobierno taiwanés fue reconocido como la "verdadera China" por el mundo (y las Naciones Unidas) hasta la década de los 1970s: un desaire que la República Popular jamás ha olvidado.

Aunque hoy en día, son pocos los países que aún reconocen al gobierno de Taiwán: entre los recalcitrantes se encuentra la mayoría de América Central y mucho del Caribe. Las razones por las cuales Centroamérica se ha mantenido leal a Taiwán todo este tiempo no están claras. La región no es particularmente hostil al comunismo y en 2011 solo se vio un anémico 3,3MM en comercio entre Taiwán y ambas regiones. Sin embargo, es lo que es, y China está muy interesada en cambiarlo.

Por otro lado, cultivar una presencia en países de la región le da un punto de apoyo a China dentro del vecindario inmediato de EEUU, su principal rival, quienes llevan años manteniendo presencia marítima en el Oriente y batallones en Corea del Sur y Japón.

Entonces, ¿qué podemos esperar de China en un mundo sin Chávez? Si el actual modelo del ALBA, en la cual Venezuela subsidia a países miembros a cambio de un papel de liderazgo, falla -ya sea porque se nos acaba el dinero, o porque las prioridades venezolanas se tornaran a sus problemas domésticos- la inversión china podría proporcionar algo de cobertura para los países afectados. Tal vez, esto podría rescatar a países como Nicaragua y Cuba del colapso total de su economía, o prolongar la inevitable caída de gobiernos de populismo partidista en países como los de Morales y Correa. Pero los términos de estos acuerdos serán muy diferentes, que el modelo actual en que se intercambia el patrimonio petrolero de una nación por el piropo presidencial del otro. A China no le interesan piropos.

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