Venezuela moribunda

Es claro que nadie quiere enfermarse, como también lo es que no podemos blindarnos contra todas las enfermedades. Pero sí es cierto que podemos y debemos estar preparados, fortalecer nuestras defensas para cuando llegue una enfermedad, la asumamos como una oportunidad para replantear lo que estamos haciendo por el bienestar físico, mental y social de nosotros y de quienes nos rodean.

El bolívar, signo monetario de una economía con visibles rasgos duales, entrañaba una paradoja que le confería solidez y flaqueza con cierta intermitencia. Hasta 1981 había sido una moneda consistente que confería viabilidad a las confrontaciones del mercado, con cualidad que apuntalaba en la síntesis del capital financiero las operaciones entre el capital bancario y el capital productivo. Moneda relativamente dura con seguridad sobre la vacilación del intercambio. Moneda sólida y fiable que representaba garantía en los oficios y beneficios de la acumulación de capital, manteniéndose estable aun en tiempos de tensión inflacionaria y de desequilibrio externo de la economía nacional.

Esta cita, nos describe la fuerza del signo monetario que por causas más internas que externas, se devaluó sin posibilidades de rectificación. Las esperanzas de desarrollo se perdieron. Todas las falsas expectativas quedaron al descubierto. El bolívar, signo monetario de gran fuerza y orgullo de los venezolanos se había convertido en un ídolo, en una referencia fabulosa, pero enfermo gravemente y no fue el mismo, hasta que un día nos comunicaron su recuperación, que ya era un bolívar fuerte y sano, hasta que recayó en su enfermedad y hasta la fecha continuamos esperando su recuperación.

Una de las cuestiones que más nos llama la atención es comprobar que Venezuela posee todas las condiciones para que sus habitantes gocen de una vida digna, con un amplio abanico de posibilidades de crecer como persona y colectivamente. Pero al contrario lo que ofrece a la vista es un cuadro de pobreza general de los más numerosos, en contraste con la fastuosidad orgullosa de los menos. Sobre todo en las ciudades más pobladas del país. Esta es una de las causas del bajo nivel de vida expresado en las relaciones interpersonales de los venezolanos, unos que sufren la angustia constante del desafío de sobrevivir y otros por la fastuosidad, por el derroche. Por ello el venezolano de la calle expresa conductas violentas y una ausencia notoria de amabilidad en las relaciones con sus semejantes.

El venezolano, especialmente el habitante de Caracas, parece estar siempre a la defensiva. Y todo esto se profundiza en la separación que existe en la actualidad entre "pobres y ricos" un contínuum bipolar, donde, además de la realidad económica se agrega el elemento político que refuerza la disociación. A veces pareciera que no perteneciéramos al mismo grupo humano.

Otra de las cuestiones que observamos, es la ausencia del sentido de convivencia humana, que evidenciamos en la falta de respeto por los derechos de los demás, esta conducta es recurrente en todos los sectores. Desde la desobediencia a la luz roja de un semáforo hasta no acatar las disposiciones municipales sobre el aseo de la ciudad, pareciera que para el colectivo, burlar la ley es burlar al señor que los oprime (el Estado, representado en el Gobierno). Los venezolanos estamos enfermos y muriendo por diferentes razones, muerte súbita y muerte violentas.

En un sentido muy común, pero no por ello válido, se entiende a la salud como la ausencia de enfermedad. Si no se tiene ninguna enfermedad, se disfruta de buena salud. Y decimos que se trata de una idea no válida porque el verdadero concepto de Salud hace referencia al bienestar no solamente físico, sino también mental y social. Por ese mismo concepto erróneo de salud, las más de las veces se asimila a la enfermedad como la presencia de un trastorno orgánico, un problema que altera las funciones del cuerpo: dolor, problemas respiratorios, trastornos del movimiento, etc. No se tiene en cuenta la dimensión psicológica y social del ser humano. Partiendo entonces de esa noción integral de Salud, es claro que cuando ésta se altera, impacta al individuo de manera integral, pues se altera su equilibrio, su armonía.

Como en todas las crisis, la alteración o pérdida de la salud genera en el individuo un sufrimiento (dolor, angustia, inseguridad) y una frustración al no poder satisfacer plenamente sus necesidades tanto fisiológicas como emocionales y sociales. La pérdida de la salud ocasiona alteraciones en el estudio y el trabajo, en el descanso y en general en la rutina diaria. Pero también ocasiona una pérdida de la estabilidad, una sensación de desprotección e indefensión.

Como en todas las crisis, las consecuencias de la enfermedad en los tres ámbitos ya citados, dependerán en gran medida de cómo la afrontemos.

En fin, la salud está totalmente relacionada con el momento político, económico y social de los venezolanos.

Nota publicada en eluniversal.com