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Martes 12 de febrero 2013

Benedicto XVI, el papa que será recordado por generaciones

Por: Timothy Stanley.
Benedicto XVI, el papa que será recordado por generaciones
Foto: looc.es

Los periodistas tienen la costumbre de llamar “históricas” a demasiadas cosas; sin embargo, en esta ocasión, la palabra es adecuada. La Iglesia católica se rige como una monarquía por elección y se supone que los papas deben de gobernar hasta la muerte. Ningún papa había renunciado desde 1415.

Por lo tanto, leer que Benedicto XVI se retira aludiendo a problemas de salud, como si fuera un director general y no el representante de Dios en la Tierra, es bastante irónico si tomamos en consideración que tal vez será recordado como el papa más “conservador” desde la década de 1950 y el líder que trató de reafirmar el principio teológico sobre los compromisos modernos.

La palabra “conservador” confunde; el monje que me recibió al incorporarme a la Iglesia católica en 2006 ­—apenas un año después de que Benedicto iniciara su pontificado— se sentiría indignado de que la utilice.

En el catolicismo no hay izquierdas ni derechas, sino ortodoxia y error. Así, Benedicto XVI definió las posturas controversiales de ser papa, más que “un retroceso en el tiempo”, fue la reafirmación de una tradición viva que ha perdido valor dentro de la Iglesia. Las futuras generación valorarán el efecto de su éxito en este tema.

No solo permitió que los tradicionalistas pronunciaran los ritos antiguos, sino que los animó a revivir el uso del latín y permitir dar la hostia de comunión en la lengua. Publicó una nueva traducción del Misal Romano en el que trató de dar precisión a la redacción. Además, como lo dijo un sacerdote, estimuló la idea de que “tenemos que poner cuidado y dedicar tiempo a la preparación de la liturgia, asegurarnos de que se celebre con la mayor dignidad posible”.

Enfatizó la reverencia y la reflexión, lo que ha sido un saludable antídoto contra el estilo del catolicismo de la década de 1960 que impulsaba una participación febril que rayaba en lo teatral.

El Papa no propuso nada nuevo, pero se podría considerar radical en su intento por recobrar un poco de la certeza y belleza que predominaba en el catolicismo antes de las reformas del Concilio Vaticano II.

Era inevitable que algunos se sintieran irritados. Los progresistas sentían que promovía una clase de religión de otro siglo, que su sólida creencia en la teología moral y tradicional amenazaba con distanciar a la Iglesia del pueblo al que supuestamente servía.

Si eso es cierto, no era su intención. Contrario a lo que todo mundo ve, Benedicto no benefició a una Iglesia más pequeña y pura, sino que hizo su mejor esfuerzo por extender su alcance. El indicio más visible fue su incursión en Twitter. También se acercó la Iglesia Ortodoxa de Oriente y habló a favor de los cristianos perseguidos en Medio Oriente.

En Gran Bretaña, animó a los sacerdotes anglicanos casados a que renunciaran. Incluso abrió un diálogo con el Islam. Durante su mandato, también vimos una renovada relación del catolicismo con la política, desde la nominación de Paul Ryan hasta la notoria conversión de Tony Blair.

Además, lejos de hablar solo de sexo, Benedicto aumentó la cantidad de pecados para incluir cosas como la contaminación. Con frecuencia se olvida que en la década de 1960 se le consideraba un liberal que renunció a la sotana.

Las divisiones y controversias que se dieron durante el mandato de Benedicto poco tuvieron que ver con él personalmente, se trató más acerca de la difícil relación que tiene la Iglesia católica con el mundo moderno.

Como recientemente me convertí al catolicismo, me he adherido a sus posturas respecto a la ética sexual, pero me doy cuenta de que millones de personas no lo han hecho. Se tiene que lograr un equilibrio entre los derechos de los creyentes y los no creyentes, entre el respeto a la tradición y la libertad de rechazarla.

En vista de que el mundo ha batallado para lograr ese equilibrio (tomen en cuenta el papel que jugaron el matrimonio homosexual y el aborto en las elecciones de 2012), la Iglesia se ve obligada a involucrarse en la gran guerra cultural.

Benedicto preferiría que la Iglesia jugara el papel de conciliadora y sanadora de heridas, pero en este momento histórico, eso no es posible.

Desafortunadamente, su papel alterno como árbitro moral ha perdido autoridad debido al escándalo de pederastia. Nada minó más su pontificado que la tragedia del abuso infantil y esto le perseguirá por décadas.

Por todos esos problemas, me parece que Benedicto será recordado como pensador y no como luchador. Tuve la suerte de convertirme al catolicismo en un momento de renacimiento de la liturgia, al mando de un pontífice que puede escribir un libro tan magnífico y sabio como lo es la biografía de Jesús. Tuve la suerte de conocer su sentido del humor y su disposición de hablar y comprometerse.

Si él no era lo que el mundo moderno quería, si no estaba preparado para manipular cada principio o regla para apaciguar todo el tiempo a toda la gente, entonces es problema del mundo, no de él (Con información de CNN).

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