El totalitarismo chileno [cantos xenófobos]

Dos noticias en estos días ponen en evidencia la naturaleza belicosa y belicista de Chile. Hemos visto cómo sus tropas desfilan cantando “degollaremos a los peruanos”. Podrán excusarse diciendo que son órdenes de los jefes castrenses, pero, nos encontramos, con sorpresa, que el propio Jefe de Estado de esa República, ha declarado: “si perdemos en La Haya, jamás se les dará corredor en Arica a los bolivianos”. Allí está el ultimátum, con el cual pretenden justificarse de no cederles a los altoperuanos, un pasaje sin soberanía hacia el Pacífico. Desde el punto de vista internacional, las psicologías del fascista Pinochet y del pseudo demócrata Piñera son exactamente iguales: Chile debe ser la Prusia de Sudamérica y crecer por las bayonetas.

Bolivia, al emanciparse del Perú, por obra de Bolívar, tenía como límite meridional el Paralelo 27. Hoy está enclaustrada. ¿Cómo ha sucedido esto? Repetiré lugares comunes: en 1866, Chile firmó un Tratado con Bolivia que señalaba como límites el paralelo 24 de latitud meridional, pero como el 14 de febrero de 1878, el gobierno boliviano del general Hilarión Lanza promulgó una ley creando un impuesto de diez centavos por quintal de salitre exportado, tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta y se apoderaron del territorio situado al sur del Paralelo 23 y al norte el 24.

Nos vimos arrastrados a la guerra porque teníamos un pacto con Bolivia de alianza defensiva desde 1873, el cual estaba desgraciadamente cojo porque Argentina no cumplió con su ratificación por el Senado. Por eso perdimos Tarapacá en 1883;y Arica en 1929 porque los chilenos burlaron el compromiso de someter a plebiscito el destino de esa provincia de raíces peruanas profundas e históricas.

Piérola, gran demócrata, pero que no era militar, se encargó del mando en medio del desaliento y la consternación general en horas de peligro supremo. Según Riva Agüero, fue un acto de patriotismo que merece el calificativo de heroico. Chile bloqueó y bombardeó el Callao; una expedición recorrió el norte del Perú imponiendo cupos; destruyó el ingenio San Nicolás y el puerto de Chimbote. Resistimos en el morro Solar heroicamente. Después de la batalla, los vencedores se entregaron al saqueo y a la embriaguez en gran escala. Los soldados beodos celebraban orgías en el cementerio y hasta llegaron a desenterrar cadáveres.

Los chilenos fusilaron, después de la batalla, a once bomberos italianos porque intentaron extinguir el fuego. Hablando ucrónicamente, qué maravilloso hubiera sido atacar esa noche de enero de 1881 a los chilenos. El entonces coronel Canevaro, le decía a don Nicolás “con mi fortuna y con mi vida, le respondo a usted de que esta noche doy cuenta de los chilenos si me confía cinco a siete mil hombres para ir a sorprenderlos. En medio del desorden y la borrachera que inevitablemente les habría traído el saqueo de Chorrillos y cuya prueba está allí en esas llamas que divisamos”. Qué lástima, los chilenos habrían quedado reducidos geográfica e históricamente, a su sitio: la Patagonia (Con información del diario La Razón).