Venezuela ha sido un país donde la ingeniería ha dado muy buenos, excelentes frutos. El Colegio de Ingenieros de Venezuela se fundó en 1861, el 28 de octubre de este año cumple la bicoca de 152 años y ha tenido más de ciento veinte mil afiliados durante los años transcurridos. En sus raíces encontramos por un lado las labores del Batallón de Ingenieros que comandara el Mariscal Antonio José de Sucre y por la otra, aquel, también gran cumanés, Juan Manuel Cagigal quien fue su primer presidente.
Hacer nombres se nos transforma en inmenso riesgo y preferimos escribir sobre obras.
El título de esta nota lo tomamos de un libro que acaba de ver la luz y que cuenta con la presentación y trabajo de la Universidad Católica Andrés Bello que coincide con cumplir sesenta años de fundada. El Decano de su Facultad de Ingeniería, doctor José Ochoa Iturbe, cumple con definir el alcance y los objetivos de la obra y tal como él escribió, el libro tiene una finalidad ilustrativa y no aspira ni a presentar el catálogo de las grandes obras que se han construido en la nación ni quiere colocar, las que presenta, en ningún orden, ni de importancia ni de antigüedad.
La obra se realiza con el patrocinio de Otaola Ingeniería que dirigen los hijos Juan y Carlos y es un homenaje que rinden al cumplirse noventa años del nacimiento de su padre, un gran ingeniero venezolano, Juancho Otaola Paván.
Se describen, con estupendas fotografías y escuetos textos, obras de las diferentes ramas de la ingeniería y construidas en distintos momentos de la vida de la nación. Obras fundamentales para la capital como el Metro de Caracas, la Universidad Central de Venezuela, el Parque Central, la Autopista Caracas-La Guaira, el Teleférico al Ávila, el inmenso distribuidor de tránsito La Araña, el Teatro Teresa Carreño y aquel monumento a la ingeniería y a la civilización que fue el Complejo Generador Ricardo Zuloaga, construido por su epónimo entre 1895 y agosto de 1897, que significó la iluminación de la ciudad de Caracas en tiempos cuando esto era una verdadera novedad y una hazaña.
Obras comparables a las que mencionamos, ubicadas a todo lo ancho y largo de la República y que son fuente del desarrollo de Venezuela, donde destacan el proyecto y construcción de Ciudad Guayana, la Central Hidroeléctrica del Guri, las presas de Macagua, el Uribante-Caparo y el Yacambú-Quibor, los puentes sobre el lago de Maracaibo y sobre el río Orinoco, el Sistema Ferroviario Central, los Complejos petroquímicos de El Tablazo y de Morón y otras obras que no por omitirlas nosotros, tienen menos importancia.
La ingeniería en Venezuela está sufriendo el desprecio, la ofensa y el desaire del régimen que nos destruye. Las pocas obras de ingeniería que se desarrollan en el país se les encomiendan a compañías extranjeras. Inexplicable y ofensivo. Varios son los ingenieros venezolanos a quienes se les ha dictado autos de detención por razones increíbles. La ingeniería venezolana sufre una noche negra.
Las obras del pasado han sido malamente rebautizadas, lo que también se constituye en ofensa para sus constructores y para los entonces homenajeados.
Sírvanos este libro como pie para denunciar y lamentar el tratamiento que se le da a un sector que podría ser factor del desarrollo nacional y que siempre ha estado presente mejorando la planta física, las comunicaciones y la vida de nuestra nación.