Los que proponen políticas de rigor y los que plantean las de relanzamiento no llegan a un acuerdo en la Cumbre G20 de Moscú

Estaba claro. Los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del denominado G20 se tenían que reunir, tal como ha sucedido, en Moscú el 15 y el 16 febrero a fin de intercambiar opiniones y determinar las medidas orientadas a relanzar el crecimiento que por el momento es elusivo.

Dos grupos de países han confrontado. Por una parte, aquellos países que proponen dejar la flexibilización de las políticas de rigor; por la otra, aquellos que proponen un saneamiento rápido de los déficits y deudas. La dinámica de los debates no ha decepcionado a quienes deseaban presenciar una confrontación.

Confrontación ha habido, al punto, el comunicado final publicado este sábado 16 de febrero así lo muestra, que ninguna de los grupos ha dado su brazo a torcer. La prueba, el hecho que los EEUU, ahora junto con la Unión Europea, se ha mantenido en sus trece y solicita la disminución de la cadencia en el proceso de reducción de las deudas a fin de evitar asfixiar el crecimiento.

En concreto, los EEUU, oponiéndose a Alemania que, a pesar de su aislamiento, persiste en su rechazo a todo tipo de flexibilización, catalogado por los germanos como laxismo, solicita la modificación de los objetivos fijados en el G20 de Toronto de 2010, en el que se estableció la reducción a la mitad de los déficits públicos para el año 2013 y el inicio de la reducción de la deuda a partir de 2016.

Como consecuencia de ello, en el comunicado se hace simplemente un llamado, bastante general, para que las economías avanzadas implementen “estrategias presupuestarias de mediano plazo creíbles”. Y que se “busque minimizar sobre los otros países las consecuencias negativas de las políticas llevadas a cabo con fines internos en el seno de las economías”.

Estrechamente ligado al efecto de las políticas internas sobre otras economías, los ministros de finanzas proclaman que sus países “se abstendrán de practicar la devaluación competitiva” y que ellos no manipularán sus tasas de cambio “a fin de mejorar la competitividad de sus economías”, añadiendo que resistirán a toda forma de proteccionismo”.  

Nada, por lo tanto, que incomode a alguno de los campos en confrontación. Un consenso de baja intensidad.