Nada bueno por cierto. Buscan pantalla porque las elecciones del 2010 los han golpeado tanto que las consecuencias pueden verse en la cara de Javier Velásquez. Necesitan mover un poco el avispero, estar en la palestra política, para que se fijen en ellos que han sido reducidos a cuatro gatos en el Parlamento. Por eso alzan la voz, insultan, mienten. Los apristas se unieron a los revocadores por estas razones. Escenario uno: gana el Sí, los apristas dirán: nosotros lo hicimos porque Solidaridad Nacional no podía hacerlo solo, la revocamos porque el pueblo lo quiso. Escenario dos, lo más probable: Gana el NO. En este caso, los apristas dirán: Quisimos hacerlo porque Solidaridad Nacional no podía hacerlo solo pero hay otros que no querían el cambio.
En los dos casos, los apristas le quitan figuración a Castañeda, quien en realidad es un aprista vestido de amarillo. Lo que le interesa a los apristas es figurar en este proceso para sentirse vivos políticamente. Sin embargo, no todos los apristas, obviamente, sino los alanistas: Jorge del Castillo, Mauricio Mulder, Omar Quezada y los otros que están pensando siempre en contentar a Alan García. Hay apristas que no le hacen caso a García y votarán por el NO a la revocación de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Estos apristas de base creen en la democracia y no en el puesto de trabajo y la madera.
¿Seguirán los alanistas apoyando la revocación como hasta ahora? Ya no tanto, porque saben que lo más probable es que el Sí a la revocación pierda y ellos no quieren salir con la camiseta del fracaso. Estarán un poco tranquilos por estos días después de gritar ayer, salvo Mulder, quien cuando abre la boca lo que sale es gasolina. En un concurso de insultadores, él gana de lejos. No tiene comparación. Si antes los apristas atacaban con patadas y puñetes. Ahora lo hacen con el verbo. Todos tienen boquitas de caramelo (Con información del diario La Primera).