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Martes 26 de febrero 2013

Vale la pena intentar, insistir

Por: Grover Pango Vildoso
Vale la pena intentar, insistir
Foto: Difusión

El siguiente lunes comienzan las clases escolares del año 2013. Estamos todos en el deber moral de apoyar su éxito y acompañar el proceso en esta larga jornada anual. Es una nueva ocasión de hacer un esfuerzo por alcanzar logros mejores, sumando iniciativas eficaces a las experiencias ya vividas.

En educación hay mucho que remontar. Los indicadores más elocuentes están en (a) las pruebas universales PISA y las locales ECE; (b) la inexistencia de competencias laborales para los jóvenes que egresan de secundaria; (c) la baja calificación de profesionales de formación superior técnica, tecnológica, pedagógica y artística; y (d) el discreto rendimiento de las universidades peruanas, muy rezagadas en las clasificaciones continentales. Como causa y a la vez como efecto de todo esto, claro está, la deficiente formación y desempeño del magisterio nacional que, junto con la  inadecuada gestión educativa, atraviesan todo el sistema educativo nacional, con mayor gravedad en el ámbito rural.

Nada existe suficientemente claro o coincidente respecto de por dónde atacar este complejo problema. Cuando no se tiene coincidencia en una medida clara, universal y casi mágica, como es el caso, se recurre a demandar la precisión de prioridades. Los resultados son igualmente diversos: para unos la educación inicial, para otros la básica –con la variante de una “educación para el trabajo” más enfática- y por cierto hay quienes priorizan la educación superior. Más eclécticos, hay quienes renuncian a las prioridades y proponen una actitud más “balanceada”.  

Tal vez no haya algo más balanceado que el Proyecto Educativo Nacional –PEN (2007) que, desde la perspectiva del Consejo Nacional de Educación -CNE, propone lo que “debiera ser” la educación peruana y deja la concreción en manos de quienes gobiernan. Sus resultados están pensados en el horizonte del año 2021 (sólo faltan 8 años) y se acerca la hora de saber cuánto se ha podido avanzar en aquello que propone el PEN: oportunidades y resultados educativos de igual calidad para todos; estudiantes e instituciones educativas con resultados pertinentes y de calidad; maestros bien preparados para ejercer profesionalmente la docencia; una gestión descentralizada, democrática, con resultados logrados y financiada con equidad; una educación superior de calidad que favorezca el desarrollo y la competitividad nacional, y; una sociedad que educa a sus ciudadanos y los comprometa con su comunidad.

Frente a los problemas de nuestra educación tal vez no haya una solución única, sino varias soluciones. Hay urgencias, eso sí, como el mejoramiento de la calidad de la gestión a nivel de centro educativo, por lo que urge la calificación de los directores. También un mayor compromiso por parte de los gobiernos regionales y locales. Ojalá supere sus contratiempos la carrera pública magisterial, que a nuestro juicio pudo mejorarse sin cambiar la ley. La formación superior técnica deberá arriesgar nuevas formas de gestión, entre ellas los convenios con empresas privadas. La universidad pública peruana no sólo necesita una nueva ley, sino que debiera hacer una “rendición de cuentas” porque es el Estado peruano el que le entrega recursos.

Formalmente comienza un nuevo año en la educación básica. Aunque pareciera un lugar común insistir en que la educación es tarea de todos, repetirlo constituye un deber irrenunciable. Frente a tantas necesidades por atender y dificultades por superar, vale la pena acompañar este nuevo intento.

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