Hay un mar de verdad escondida que no conocemos
El salón de actos del Palacio de Minería resultó insuficiente para albergar a los asistentes a la presentación de México en Wikileaks, Wikileaks en La Jornada y a la videoconferencia que brindó en vivo Julian Assange
Los cables publicados en México en Wikileaks, Wikileaks en La Jornada y los relatos producidos por esta casa editorial son parte de lo que era una historia suprimida de México, expresó ayer Julian Assange –responsable del polémico proyecto– desde su asilo en la embajada de Ecuador en Londres, en un videoenlace durante la presentación del volumen como parte de la 34 Feria Internacional del Libro el Palacio de Minería, sesión que fue transmitida en vivo por el portal de La Jornada, aparte de las redes sociales.
Dirigiéndose a las 250 personas que alcanzaron a ingresar al salón de actos, y a los muchos que quedaron afuera, Assange aventuró: “imaginen si nuestras fuentes no hubieran actuado, si Wikileaks no hubiera publicado y La Jornada no lo hubiera retomado. Sería desconocida esa parte de la estructura de poder de las relaciones México-Estados Unidos, que es revelada como resultado de la ruptura que provocó Washington”.
Ya que aún queda un mar de verdad escondida que todavía no conocemos, Assange afirmó que la prensa tiene la tarea de “revelar esa verdad, como lo ha hecho La Jornada en ese libro, una y otra vez, hasta que alcancemos los cimientos de nuestra civilización. Tengo confianza en que eso se puede lograr. Demuestra que eso es alcanzable con el surgimiento de Internet, que ha potenciado grupos como Wikileaks y permitido que La Jornada incremente su extensión”.
Mientras que hace cuatro años Internet era un espacio opaco en lo político, ahora es el lugar número uno en que las personas se educan, y domina la habilidad de la nueva generación de entender el mundo, comparada con 20 años atrás. Por eso vemos el surgimiento, por ejemplo, de un movimiento como #YoSoy132, un movimiento en favor de la verdad en México y no de la corrupción a cargo de los medios.
Assange pidió a los oyentes “seguir en el camino de educarse los unos a los otros con la verdad, de mantener el coraje, de aprender de los ejemplos de los demás, de apoyar organizaciones como La Jornada y #YoSoy132”. Al final de su locución el periodista alzó un letrero con la frase #YoSoy132.
El muy esperado videoenlace de hecho prolongó la presentación, que empezó 15 minutos antes de la hora señalada, cuando Pedro Miguel, coordinador del volumen y moderador, comenzó a introducir a los ponentes, entre gritos que sólo se calmaron cuando se colocó una bocina fuera del salón. A Carmen Lira Saade, directora general de La Jornada, agradeció todo el apoyo recibido para este proyecto. Ofreció una disculpa a la embajada de Estados Unidos por no haberlos invitado.
Al dirigirse a Assange, Pedro Miguel le aseguró que “todos los presentes compartimos tu compromiso con la verdad y la transparencia, y tu rechazo al poder despótico. Todos estamos indignados por la persecución de que han sido víctimas Wikileaks, Bradley Manning y tú, en particular”.
Tras un hola, México, Assange señaló que La Jornada es “una de las mejores organizaciones con las que hemos publicado los cables diplomáticos. Tenemos más de 110 socios mediáticos en el mundo; sin embargo, La Jornada, en México, y The Hindu, en la India, han dado el mejor ejemplo de periodismo sin miedo y mayor compromiso para respetar nuestros acuerdos. ¿La razón? En el caso de La Jornada no estoy seguro; claro, tiene algo que ver con América Latina y la posición de México al comprender que tiene al norte una superpotencia con la que ha tenido que tratar a lo largo de los años.
“Pero también tiene que ver con la estructura fundacional y administrativa de La Jornada, al asociarse con la Universidad (Nacional Autónoma de México). Me complace ver que en mi propio país, Australia, el modelo de La Jornada ahora es seguido por una nueva publicación llamada The Conversation, que es financiada por las universidades australianas”.
Enseguida, Assange recordó su primer contacto directo con el diario en el invierno de 2010, cuando Pedro Miguel viajó a Gran Bretaña, donde el periodista australiano estaba en un sitio secreto bajo arresto domiciliario. Relató cómo en dos años y medio una relación de desconfianza extrema se convirtió en este abrazo amoroso, resultado de ver “esta obra de primera clase, hecha por La Jornada, y la acogida recibida por el público mexicano”, que no siempre es el caso.
Si bien hemos tenido muchos buenos socios mediáticos alrededor del mundo, también los hemos tenido muy malos. Assange explicó que no sólo se trata de entender al Departamento de Estado o los asuntos que resultan de los cables, sino en qué medida varios establecimientos, en especial los gubernamentales, involucrados en los medios, han sido una de las grandes revelaciones de nuestra lucha. Eso es algo de lo que los mexicanos empiezan a darse cuenta demasiado bien, con una televisión que opera al controlar lo que ve la mayoría en el país.
En los cables de Wikileaks en el libro de La Jornada, no sólo hay discusiones sobre el terrorismo o la corrupción, sino también acerca de los medios en México. Cuando un ejército se prepara para invadir otro país, tiene tres blancos principales: las fuerzas de seguridad, las fuentes de energía y los medios. En vista de que los medios son uno de los tres pilares principales del Estado, debemos controlarlos, no que nos controlen a nosotros.
Kristin Hrafnsson, vocero de Wikileaks, quien viajó desde Londres para estar presente y dar unas conferencias, agradeció a este diario que estuviera aquí. La Jornada fue el primer medio, fuera de Europa y Estados Unidos, con el que empezamos a trabajar con la liberación de los cables. Se nos dijo que tenían el corazón bien puesto cuando se trataba de la integridad periodística. No nos defraudamos.
Juzgó la experiencia aquí “similar a otros lugares donde muchas de las historias y grandes temas han sido evitados por los medios principales, con sus notables excepciones. Esa es una de las revelaciones de Wikileaks: mostrar lo débiles que son los medios populares en realizar su trabajo y hablar con la verdad ante las fuerzas del poder. Pero, por fortuna, ahora se lleva a cabo una nueva revolución en el periodismo, que está en Internet, una plataforma que es compartida por los activistas de la información que, cuando se unen fuerzas, son capaces de lograr un importante cambio social y político. En México sería el movimiento #YoSoy132, al que brindo mi apoyo”.
Eso significa, continuó Hrafnsson, que “las fuerzas corruptas en las empresas, la política y los medios le tienen miedo a las posibilidades que esas plataformas puedan lograr en términos de cambios y la eliminación de poderes. Por supuesto, que se han unido para atacar y contratacar a los activistas de la información y a los periodistas honestos. El poder más grande en Norteamérica ha lanzado una guerra en contra de Wikileaks y los informantes”.
El periodista irlandés pidió a los presentes pensar en Bradley Manning, quien lleva mil días en prisión en Estados Unidos, sin derecho a juicio. También les pidió que “unieran fuerzas con los periodistas honestos que entienden el verdadero significado del periodismo, y apoyar a Wikileaks, a los activistas de la información y a todos aquellos que saben que la esencia de la auténtica democracia es la libertad de la información, de la expresión y de la prensa”. Acotó: nos enfrentamos a unas fuerzas muy fuertes, pero ha habido un cambio en la marea y la victoria será nuestra.
Jorge Carrillo Olea, general, político, analista y articulista de La Jornada, dijo que en el siglo XX Estados Unidos ha recibido varios golpes tremendos a su moral: el ataque a Columbus por Francisco Villa, el ataque a Pearl Harbor, Vietnam, Yemen y el ataque a las Torres Gemelas. Todo eso, sin embargo, “no tiene dos características que tiene Wikileaks. Por un lado, éste no ha producido un solo muerto y, por el otro, ha venido a abrir al mundo entero las razones, las acciones, las definiciones y los límites, que no son ningunos, de una política por demás sucia, proterva, aniquilante, siempre en defensa del interés personal interior”.
¿Cómo se construye un Wikileaks?, preguntó el ponente, y contestó: “En México, como en muchos otros países, hay toda una colectividad representativa de los cuerpos de inteligencia y de seguridad de EU. Los calculo entre unos ocho o 12 representantes de departamentos de la organización gubernamental estadunidense.
“El camino por el que van las cosas es una vergüenza: es el colaboracionismo. Hay muchos mexicanos que sienten una satisfacción enfermiza, inexcusable, de transmitir información a un agente de segunda o tercera. No puedo decir qué suceda el día de hoy, aunque no me sorprendería; es el propio Estado mexicano el que está nutriendo de información a las agencias estadunidenses.
“Es así como la embajada de Estados Unidos se surte de sus noticias. Eso es más o menos como se construyeron los Wikileaks. Quisiera que hoy hubiera cambiado radicalmente este situación, pero creo que lamentablemente no estamos muy lejos de aquel pasado de hace 30 años”.
Carmen Aristegui, al tomar el micrófono, pidió una señal de los que están afuera para saber si siguen allí. Se dejó escuchar un estruendo de voces. La periodista y conductora de programas de radio y televisión, señaló Pedro Miguel en su momento, fue “de los poquísimos colegas externos a La Jornada que se interesó en el material de Wikileaks, que nos dio espacio fuera de las páginas estrictas del periódico, para que aquello resonara”.
La Jornada, anotó Aristegui, se convirtió en el sexto diario que recibió los cables junto con el New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País. De enorme importancia juzgó que hoy México tenga compilados en este libro todos estos cables, todas esas informaciones que se publicaron durante 18 meses.
Reiteró que fueron “pocos los medios de comunicación mexicanos que reprodujeron lo publicado por La Jornada o que hurgaron por cuenta propia lo que quedaba liberado para su exploración. La memoria que hoy circula es una nueva oportunidad para aquilatar periodísticamente lo que ha sido publicado”.
Blanche Petrich, reportera de esta casa editorial, aseguró que “a dos años de esta apasionante experiencia periodística, puede decirse que la información de Wikileaks significó para La Jornada mayor presencia y autoridad en el universo mediático nacional e internacional. También puso de relieve el aislamiento en que se desenvuelve un diario con estas características de crítica e independencia”.
Asimismo, siguió Petrich, se esperaba que las revelaciones de Wikileaks significaran un cambio rotundo en la transparencia para los medios de comunicación. “Pensamos que después de Wikileaks sabemos mucho más sobre la forma en que EU maneja sus hilos en el mundo. Entendemos mejor el estado real de esta relación eternamente asimétrica. Y comprendemos bajo esta nueva luz los mexicanos, quizá en general algunos latinoamericanos, que necesitaremos nuevas visiones y herramientas para alcanzar una interlocución más digna y equitativa frente a Washington”.
También reportero de esta casa editorial, Arturo Cano recordó que en la introducción de este volumen de 612 páginas, y casi igual número de autores, Pedro Miguel repasa las consecuencias abiertas y veladas, nacionales e internacionales, de la divulgación de los cables enviados por las embajadas y los consulados a la señora Clinton o sus antecesores. Como sabemos, la actitud del gobierno de EU frente a estas filtraciones fue no validar ni desmentir la información, condenándola, iniciando esta persecución que mantiene a Julian Assange refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.
Al mismo tiempo, en lo que se refiere al caso mexicano, puso en acción a una parte de los tres mil empleados que tiene su embajada aquí y con ellos echó a andar una operación de control de daños”.
(*) Publicado en La Jornada. 25 de febrero de 2013