En su último libro, Mario Vargas Llosa se lamenta de lo que llama “La civilización del espectáculo. Es una cruda radiografía de nuestro tiempo. Se refiere a la creciente banalización del arte y la literatura. Critica -entre otros vicios que aquejan a la sociedad contemporánea-la primacía de las imágenes sobre las ideas. “Por eso los medios audiovisuales, el cine, la televisión e internet han ido dejando rezagados a los libros”. Una confesión en alta voz del autor de “La ciudad y los perros”. La visión de esta realidad motiva a escribir este artículo sobre cierta TV peruana.
Aunque parezca una contradicción, considero que la TV es un medio importante para entretener, informar y educar. Pero también puede ser un medio excelente para mantener la ignorancia. Es capaz de producir la enfermedad de la TV-adicción en el público. Orson Wells dijo unas frases muy sabias: “Odio el televisor como odio al maní. Pero no puedo dejar de comer maní.” Es una relación dual de odio-amor entre el público y el mágico aparato de TV. Este conflicto se produce, por lo general, en el público con mayor educación. En los niveles más bajos, es común observar la aceptación casi total del mensaje televisivo, incluyendo los efectos negativos del mensaje.
Las ventajas intrínsecas de la televisión abierta, son desventajas para el televidente promedio que no tiene mecanismos de defensa contra la TVadicción. ¿Las razones? La televisión abierta se recibe gratis. Ofrece todas las alternativas visuales, de sonido, movimiento, color y efectos especiales. Es un medio poderoso con un gran impacto visual. El mensaje de la TV puede llegar sin que el público esté buscándolo conscientemente. Los televidentes no tienen que estar involucrados en el proceso para recibir el mensaje. La TV penetra con facilidad al consciente y al subconsciente del público.
La TV cautiva por su atracción
La televisión se disfruta en la seguridad del “dulce hogar”, donde las personas no son observadas por otras que piensen diferente. La publicidad también ayuda a la TVadicción. Si una persona sufre algún malestar y la TV tiene un mensaje para curarlo, el oyente será cautivo. Los anuncios apelan a las emociones y empatía de los televidentes. Son capaces de observar alegría o tristeza en las personas. Reproducen una voz ahogada por el dolor de garganta o la expresión orgullosa de un padre que felicita a su hijo por su nota 20. Pero las imágenes no lo dicen todo; dicen lo que deben afectar al público.
Algunos medios de TV realzan su mensaje con su atracción innata. Es como la impresión que causa una mujer frívola. La mayoría de personas desearía aparecer en TV. Si lo hace por compromiso o de manera accidental, sus amigos dirán: "Lo vi en TV”. Observe los anuncios que se pasan en un programa en particular. Al hacer esto, podría tener una idea de quién está viendo el programa. La TV por su carácter comercial presenta programas que apelan a ciertos grupos. En el Perú la publicidad obliga a la mayoría de canales a tener un rating. Esto obliga a algunos programas a impactar con estereotipos en los niveles socioeconómicos C, D y E. En su mayoría, incluyen al público con menor nivel educativo.
El ejercicio de la ética y la moral
El periodista que produce una información es responsable ante sí mismo, su medio y la comunidad. Ante sí mismo, porque conoce y respeta el código ético-moral que rige su actividad profesional. Ante su medio, porque el fondo y la forma de su producción debe respetar la orientación correcta de sus editores. Y ante su comunidad, porque el periodista no debe practicar una libertad de expresión y prensa con el objeto de engañar a sus lectores. El periodismo televisivo requiere aún más responsabilidad. Sus mensajes afectan más las emociones del público con menor nivel educativo.
Estos principios rectores se resumen en el Art, 1 del Capítulo I de las Normas Generales del Código de Ética Periodística, del Colegio de Periodistas del Perú: “Los periodistas están obligados a proceder en todos sus actos con honor, velando por la dignidad de su profesión, del medio y/o centro de trabajo en el cual laboran y de las personas e instituciones, ejerciendo con decoro; para ser dignos de la libertad de expresión no hay que incurrir en el libertinaje. No existe libertad irrestricta de prensa, su límite natural es el derecho ajeno”.
La formación ético- moral de una persona cuida que sus actos individuales o sociales no afecten negativamente sobre la persona humana o sobre la humanidad en conjunto. La irresponsabilidad es la acción o la intención de obrar conscientemente contra la razón. La “no-conciencia” de que la acción o la intención de actuar pueden causar daños a terceros, exime de causalidad al infractor de la norma ético-moral. Cualquier periodista con una correcta formación académica, puede prevenir los efectos de un acto inmoral, que exceda los límites de lo razonable. De lo contrario, se trataría de un caso de psicopatía o de ambición desmedida por el dinero.
El papel de la cátedra
El enfoque del problema ingresa a los claustros universitarios que forman a los periodistas. El análisis es similar al que se produce con el problema de la educación. ¿Se trata de poner énfasis solo en la instrucción tanto de profesores como de alumnos? ¿O se trata de su formación ético moral para que puedan aplicar correctamente sus conocimientos? La formación debe incidir en la aplicación del código de ética periodística. Las cátedras deben simular un comité de aplicación, de normas o guías que sirvan al periodismo para tomar mejores decisiones. Aquí aprenderán a servir mejor al público y no perjudicarlo. No solo se debe enseñar al reportero a poner el micrófono en la cara del entrevistado. Es importante formar un hombre de prensa con ética y moral.
Se trata de formar al periodista para que tenga menos errores de conciencia y cumpla mejor con su labor, Esto será en beneficio de la opinión pública. Su mensaje debe llegar con la verdad, y con la sabiduría de la prudencia y el respeto al público. Solo así será un periodista orientador de conciencias. Su trabajo se orientará al bien común y a la paz de la comunidad. Para lograr este objetivo tiene que ser capaz de dejar de lado su interés personal. No considerar al periodismo como un negocio. La figura del maestro formador antes que instructor es un factor decisivo.
Es cuestión de acordar un consenso y articular universidades, gremios de periodismo y asociaciones empresariales. Un Acuerdo de Ética y Moral para la prensa “light” en TV. Se trata de que haya códigos deontológicos que tengan valor de aplicación. Formadores de conciencias y que contribuyan al periodismo con recomendaciones sobre lo que no se debería hacer. Algunos periodistas no distinguen entre la profesión y el negocio. La razón es que tienen diferentes escalas de valores personales, Sin ética la libertad de expresión es un fraude que transgrede a la Constitución.Aquí vale la siguiente reflexión: “La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”. (Federico Fellini).