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REDES SOCIALES
Sábado 02 de marzo 2013

El "boom" de la prensa digital latinoamericana

Por: Juan Diego Quesada (*)
El 'boom' de la prensa digital latinoamericana
Foto: Delsabernatural.net

En los congresos de periodistas latinoamericanos se habla mucho de literatura, política, crimen organizado y hasta de ron y cumbia, llegada la hora. A esos temas últimamente se ha añadido un par más: Google Analytics y Twitter.

Una veintena de páginas web repartidas por todo el continente está haciendo periodismo con estándares altos de calidad. Una mezcla de profesionales con experiencia en los medios tradicionales y jóvenes nativos digitales fiscaliza a los Gobiernos y documenta la historia del narcotráfico en una zona donde ejercer esta profesión resulta en ocasiones peligroso.
Esta forma de periodismo no podría existir sin las facilidades y los bajos costos que proporciona la Red a la difusión de las noticias.

“Desde México hasta la Patagonia hay montones de ejemplos. Se nutren de investigaciones, algo que en estos países era poco común”, reflexiona Rosental Alves, el director del Centro Knigth para el Periodismo en las Américas de la Universidad de Texas.

Estos medios en línea son, para Rosental, una prueba fantástica de que es posible hacer un buen trabajo con una redacción pequeña y relativamente barata. “Se está gestando algo”, responde el profesor cuando se le pregunta si existe un boom periodístico en la región.

Plaza Pública, de Guatemala forma parte de este movimiento. A sus fundadores les gusta decir que hacen slow journalism (periodismo reposado): llegan tarde al escenario de la noticia, casi siempre cuando todos los periodistas de otros medios se han ido, e intentan reconstruir el rompecabezas de lo ocurrido. El proyecto nació financiado en dos terceras partes por la Universidad jesuita Rafael Landívar. Su vocación fue desde el principio la de contar las entretelas del poder.
 
Comenzaron cuatro periodistas y ahora mismo integran la plantilla 15 personas. Entre ellas, un ingeniero informático que baja y clasifica información pública con ayuda de robots y un antropólogo con experiencia en estadística para hacer análisis.

 “Al nacer pensábamos que podíamos ser un complemento para los medios tradicionales, no la competencia”, cuenta Martín Rodríguez Pellecer, el director. La página web logró un acuerdo con Wikileaks para obtener los documentos secretos sobre su país revelados por Julian Assange y de ese material se ayudaron para escribir los perfiles de los candidatos a las últimas elecciones en el país. En otra investigación denunciaron que la industria del azúcar, el sector más poderoso de Guatemala, empleaba a niños. Plaza Pública tiene unas 90.000 visitas al mes de 50.000 usuarios únicos, una cifra nada despreciable en un país donde solo hay tres millones de personas con acceso a Internet, una de cada tres.

Una polémica vivida hace pocas semanas demuestra sus intentos por fomentar la transparencia. El director decidió quitar una columna de opinión y cerró el blog a dos colaboradores por criticar al Papa. Los columnistas habituales de la web firmaron una carta en la que consideraban el hecho como censura. El director replicó que era una frontera editorial que habían acordado no traspasar por su vinculación con la universidad. “Para explicarlo mejor quedamos en un café. Nos agarramos a tomatazos pero fue un debate de altura. Resultó una experiencia fascinante de rendición de cuentas a los lectores y a los columnistas”, rememora Rodríguez Pellecer.

Volviendo al debate, para el director de Plaza Pública lo mejor de la región se está haciendo en la Red: “Hay un boom de la web latinoamericana. El mejor periodismo se está haciendo online”. Hay opiniones en contra de esta frase tan rotunda. Los medios tradicionales también se han subido al tren de Internet y de la crónica periodística. Se enfrentan a los mismos problemas de seguridad por andar husmeando en temas espinosos. Salvador Frausto, editor general de la revista Domingo del periódico mexicano El Universal, cree que existe ese boom en la región pero considera que no es exclusivo de los medios nativos digitales. Más bien cree que es culpa de García Márquez. “Los que hacemos periodismo narrativo e investigación hemos pasado por cursos o talleres de su fundación. Descubrimos ahí que la crónica es el modelo más acertado para retratar la realidad. Después se puede hablar de formatos, pero el esfuerzo y las ganas de unos y otros son similares”, dice Frausto.

Lo que llama la atención es el gran protagonismo que han adquirido los medios online en tan poco tiempo. Este fenómeno se produce a pesar del escaso desarrollo de las telecomunicaciones en algunas partes del continente, pero paradójicamente se vale del consumo masivo de las redes sociales por parte de los jóvenes. Esa constante interconectividad permite a las webs mantener un diálogo abierto con sus lectores. “Prueba enviar un tuit a los grandes medios. No te van a contestar. No hay nadie al otro lado”, reta Daniel Moreno, director de Animal Político, un portal mexicano.

Ramón Alberto Garza, fundador de Reporte Índigo, estaba dispuesto al diálogo. Armín Barrios, miembro de la cátedra de Información y el Conocimiento del Tecnológico de Monterrey, cree que el de Garza es un caso paradigmático. “Se desligó de dos gigantes como Televisa y Reforma y fundó su propia revista digital, lo que atrajo la atención de inversores. Otros siguieron su ejemplo”, escribe vía e-mail.

Garza puso en marcha en 2006 una redacción centrada en la investigación y en seguir una agenda propia. “A eso sumamos otra forma de producir información añadiendo lo multimedia. El vídeo, las imágenes y el hecho de estar en contacto con la gente por redes sociales nos enriqueció mucho”, cuenta. En 2007, el portal ganó el International Summit Award 2007, un premio de Naciones Unidas a la mejor experiencia web.

Lo curioso es que Reporte Índigo ha seguido el camino inverso a los demás medios. Surgió en Internet pero hace 10 meses lanzó la edición impresa. ¿No convierte eso a Garza en un kamikaze? “No”, contesta, “pensábamos que la conexión a redes iba a ser mejor para estas fechas pero no es así. No queremos marginar a buena parte de la población mexicana”. Otro ejemplo es Animal Político. La redacción, en el barrio de La Condesa del DF, está decorada por hombres de traje con cabezas de animal. Cuenta con 17 trabajadores y 1,7 millones de visitantes únicos al mes, según Daniel Moreno, que cree que el interés de los jóvenes por la información es uno de los factores clave para explicar el fenómeno, pero no el único. La agenda de la sociedad civil y la de los propios jóvenes marcan la pauta del portal.

 “Los medios tradicionales, por lo menos en México, generan información sobre la clase política y para la clase política (…) hay poca cobertura de los temas ciudadanos, de la sociedad civil, que son los temas que más consumen los jóvenes”, explica. Las noticias más leídas en su portal en 2012 tienen que ver con el Yo Soy 132, un movimiento en México que reivindica la limpieza de las instituciones.

¿Cuál es la relación de los medios digitales con el poder? “Nos tratan con desdén. A la clase política los medios digitales no le parecen importantes porque estos hablan con los jóvenes y es un público que no conocen. Son mundos diferentes”, agrega.

El de los jóvenes transita por Twitter y Facebook. Latinoamérica es la región más involucrada en redes sociales a nivel global, según un estudio de junio de 2012 de Comscore. Solo en abril de ese año, 175 millones de latinos mayores de 15 años visitaron al menos una red social. En México, donde hay otras webs interesantes como Sin Embargo o Río Doce de Sinaloa, varias asociaciones civiles están recaudando firmas para sacar adelante la primera iniciativa ciudadana en la historia del país, Libre Internet para Todos. Con ese plan se espera que el 90% de la población tenga una conexión de cinco megas de velocidad en cuatro años. Visto así, en el futuro habrá más lectores para estos medios.

Rosental, en cambio, le resta importancia a la brecha digital que sufre la región y no cree que sea un factor decisivo. “La gente olvida que esa brecha siempre existió. La circulación de periódicos en estos países es pequeña. Todos los diarios de un mismo país latinoamericano no suman lo que uno metropolitano en Estados Unidos. Estos no son medios de masas. Ahora estamos más allá, estamos frente a una masa de medios”, reflexiona.

Hasta Gabriel García Márquez parece que ha dicho algo al respecto. En una reunión de la Fundación Nuevo Periodismo Latinoamericano (FNPI) dio su visión sobre la llegada del periodismo digital: “Lo que sucede es que el mundo se le escapó al periodismo y ahora este debe reinventar el mundo”. La cita la concede Jaime Abello Banfi, director de la FNPI. “Estamos en una mudanza del papel a la web y se están haciendo cosas muy interesantes, grandes cronistas escriben en medios online, señala.

Abello encuentra especialmente interesantes los medios nativos digitales que nacen de manera independiente. Su preocupación es que no logren autofinanciarse. La mayoría arrastra problemas financieros. El 57%, según un estudio de la FNPI elaborado por Angel Alayón, genera pérdidas. Solo el 18,5% declaró generar ingresos mayores a sus costos.

Más allá del dinero, han ido poco a poco obteniendo reconocimiento internacional y la prensa extranjera ha comenzado a utilizarlos como una fuente fiable. Will Grant, periodista de la oficina de la BBC en México, dice que “muchos sitios web pequeños e independientes y algunos blogs están demostrando ser un recurso importante de información”. El corresponsal cita a El Faro, de El Salvador.

Quizá este sea el medio más prestigioso de esta nueva oleada, aunque suena chistoso decir eso cuando ellos llevan 15 años en línea, mucho antes de cualquier revolución digital. Formado por una plantilla de 22 personas, no comenzó en Internet por un ataque de innovación, sino porque no había presupuesto para más. Años después sigue sin lograr beneficios. Combaten los números rojos con fondos de cooperación y trabajan en una estrategia tecnológica que por fin les haga rentables.

Por la redacción de El Faro, que ganó el premio Ortega y Gasset, han pasado periodistas de la talla de John Lee Anderson. Sus periodistas ejercen en un entorno de violencia e impunidad. “No es fácil trabajar en este tipo de países donde la democracia está en desarrollo. Las instituciones son débiles pero asumimos que este trabajo tiene riesgos. Nos llegan amenazas y mensajes de incomodidad. Somos incisivos y por tanto no caemos bien a ninguno de los Gobiernos con los que hemos ejercido”, sostiene Carlos Dada, el director de la publicación galardonado en 2011 con el María Moors Cabot, el prestigioso galardón de la Universidad de Columbia, y el Anna Politkovskaya por su labor de investigación. Dada no comparte el entusiasmo por el boom del periodismo vía web. “Internet nos ha servido para estar en contacto con otros periodistas, para leer sus reportajes, aprender, pero no creo que El Faro tenga más o menos credibilidad por estar online”.

Los reporteros de Confidencial, un portal de Nicaragua dirigido por Carlos Fernando Chamorro, se enfrentan a problemas parecidos en cuanto a seguridad. “La principal amenaza es el Gobierno y la clase política, a la que no le gusta que la estén investigando”, razona Carlos Salinas, periodista del medio y colaborador de EL PAÍS. Se tienen que abrir paso en un país de 5,6 millones de personas en el que apenas hay 600.000 conectados a Internet. Reciben 4.000 visitas diarias. “Lo que hacen tiene mucho mérito y mucha repercusión”, les concede Rosental.

En los últimos tiempos, estos sitios comparten contenidos. Establecen alianzas. Coordinados por Insight Crime, Animal Político, El Faro, Plaza Pública y Verdad Abierta, de Colombia, realizaron investigaciones sobre las formas de esclavitud en América Latina que está propiciando el narcotráfico, desde niños hasta todo tipo de profesionales que se están viendo obligados a trabajar a la fuerza para el crimen organizado. Este fenómeno periodístico no solo florece en el  norte y en el centro del continente. También se dan casos en Perú (Idl reporteros), Chile (Ciperchile), Argentina (Puercoespín, Chequeando), Brasil (Apublica) o Colombia (La Silla Vacía), por citar algunos. Exista boom o no, lo cierto es que un batallón de periodistas latinoamericanos huyen del oficialismo, pisan el terreno, investigan, cotejan y denuncian la corrupción y la  delincuencia. En resumidas cuentas, hacen periodismo.

(*) Articulo publicado en el periódico digital El País en la edición correspondiente al 1 de marzo de 2013

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