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Domingo 03 de marzo 2013

Maradona, Castro y la fábula del pacto

Por: Alejandro Tagliavini.
Maradona, Castro y la fábula del pacto
Foto: Referencial

Armando Maradona viajó a Italia, luego de cuatro años, para decir que no es evasor. En 2005 abandonó el show de TV, "Bailando con las Estrellas", debido a un incidente policial por su deuda tributaria; y en 2009, estando internado en una clínica, le incautaron unos aros, luego subastados en €25.000. La Comisión Tributaria le reclama unos €30 millones, de cuando jugaba en Nápoli. Días atrás, simpatizantes del oficialismo argentino le iniciaron una causa penal a un ciudadano por "apología del delito" ya que alentó a no pagar impuestos, entre otras cosas que, para el Gobierno, son delito.

A ver. Inmoral es lo que va contra las leyes de la naturaleza que desarrollan la vida. Así, es inmoral la violencia, el homicidio y, en general, todo lo que desconoce la vida, como robar que implica quitar violentamente el resultado del trabajo, de la vida, de otro. Por eso, también son inmorales las relaciones homosexuales, porque el sexo usado desconociendo la vida, la procreación, es inmoral. Pero no por esto ameritan condenas penales, o sea, utilizar la violencia para castigar o encarcelar o reprimir, lo que sería un contrasentido ya que la violencia es inmoral.

La moral debe seguirse para vivir y contribuir a la vida, pero la inmoralidad no tiene pena salvo la que se causa a uno mismo, la propia pérdida de vida. Pero "ilegal" sería el incumplimiento de las leyes forzadas por los gobiernos. Y quién dijo que esta "ilegalidad" realmente es dañina, por el contrario, no pagar impuestos, por caso, podría ayudar a quien tiene recursos escasos.

Escribió Paolo Flores D'Arcais, respecto a la renuncia de Benedicto XVI, que "El Papa... es o mejor dicho, era hasta ayer, un soberano absoluto dotado... de un carisma... el de ser el vicario de Cristo"... Absoluto o no, ¿cuál es el problema? Si no gusta lo que manda, no se lo sigue y ya está. Más aún, se puede alentar a no seguirlo y nadie le iniciaría un juicio por apología del delito y, tampoco, usaría la violencia para imponerle una condena. Así que, en rigor, inmoral podría ser el Gobierno que utiliza la violencia, su poder de policía, para imponer cosas contra natura y no el que "delinque".

Para disimular esto, la corporación política, creó una fábula según la cual existe un pacto preexistente (Constitución, en algunos casos, que hasta obligan a jurarla) al que los ciudadanos han adherido en función de la existencia y gobernabilidad social. Pero es inmoral (por violento) forzar a cualquier persona a aceptar ese pacto (esa Constitución) y, por tanto, no está moralmente obligada a aceptar las "leyes", regulaciones y condenas que suponga. Más aún, semejante pacto nunca existirá porque no se puede adherir a cosas contra natura, como aceptar la violencia. Y, por cierto, las sociedades pueden vivir -y mucho mejor- sin semejante engaño.

La fábula de los pactos, "permite" que Raúl Castro fuera ratificado para otro mandato, mientras emprende una reforma ante la debacle económica suavizada por el padrino Chávez. "Con independencia de... que se perfeccione la Constitución, éste será mi último mandato", dijo Castro, refiriéndose a la reforma constitucional para limitar los cargos a un máximo de dos periodos de cinco años. Eso sí, "debe garantizarse en la cúspide del poder... la unidad... ", afirmó, o sea, el sistema comunista.

Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.

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