La película Argo premiada con un "Oscar" como la mejor película del año por la Academia cinematográfica trajo a mi memoria un caso de la diplomacia venezolana con muchas similitudes. Fue una tarea muy delicada y pertinente en la que me correspondió actuar junto al embajador Jorge Daher quien seguramente recordará el caso y hará la analogía con la historia que nos presentó el director y actor Ben Affleck.
No quiero escribir en esta oportunidad sobre los detalles del film y menos intentar hacer crítica cinematográfica, pero sí destacar la complejidad de la diplomacia y las relaciones entre los estados. No tengo la menor duda de que en los archivos de muchas cancillerías del planeta deben existir historias complejas y fascinantes sobre la actuación miles de hombres y mujeres que en distintas épocas, han sido sometidos a cumplir tareas de las más altas responsabilidades en nombre de la seguridad y los intereses de los estados.
Por supuesto, no todas han sido las más transparentes y muchas de ellas han sido en detrimento de los intereses de otros tantos países, pero sin embargo, la ecuación sigue siendo la misma, la actuación de las naciones requiere profesionalismo y los intereses de los estados varían según las circunstancias.
Para muchos espectadores, esta historia que narra la operación de rescate de seis diplomáticos americanos que lograron escapar la toma de la embajada en Teherán gracias al apoyo del embajador de Canadá, no es más que una de las miles de anécdotas y de acciones del quehacer diplomático que en muchos casos son complejos y que por razones de Estado reposan en los anales de la historia sin que se expongan al conocimiento público. Argo es una historia que impacta por lo compleja de la operación de rescate y por las circunstancias políticas que originaron la persecución de los diplomáticos estadounidense por parte del recién instaurado gobierno revolucionario iraní.
Muchos perciben la película como propaganda y como un ejercicio inútil contar la historia de seis diplomáticos blancos que fueron salvados por Hollywood y la CIA. Otros la consideran como un intento para crear iranofobia en estos tiempos de crisis y que la historia no se ajusta a la realidad de los acontecimientos. En cualquier formato, lo cierto es que lo que allí pasó es un ejemplo más de tantos eventos que a diario se suceden en la relación entre los países y que ojalá otras tantas se contaran para una mejor comprensión del desempeño de las cancillerías del mundo.
Seria útil que en Venezuela alguien se avoque a contabilizar para la historia actuaciones complejas que forman parte del olvidado acervo diplomático que narra de la actuación de muchos funcionarios venezolanos en el complejo mundo de las relaciones internacionales.
Nota publicada en eluniversal.com