Juan José Vega: in memoriam

Juan José Vega, hace diez años se alejó para siempre

Hace ya diez años, 8 de marzo del 2003, se alejó para siempre Juan José Vega Bello, historiador notable, educador cabal, hombre público de prestigio y amigo leal. Recordarlo es tenerlo siempre con nosotros.

En aquella ocasión y frente a su tumba dejamos el testimonio múltiple de quienes fuimos sus alumnos y sus amigos. Ahora como entonces, recordamos las circunstancias que nos aproximaron lo suficiente como para honrar su memoria con la sinceridad que brota de la gratitud.

Eran los años finales de la década del ’60 y también de la vieja Escuela Normal Superior “Enrique Guzmán y Valle”, más conocida como La Cantuta, a punto de convertirse en Universidad Nacional de Educación por efecto de la ley 15519, aprobada por el Congreso que presidía Ramiro Prialé y promulgada por el Presidente Fernando Belaúnde. Se transformaba la más antigua institución formadora de profesores para dar paso a una entidad nueva, anhelada. En ese tránsito llegó Juan José Vega Bello.

Eran tiempos de pasión universitaria y de altos índices de efervescencia política, ideológica. La plena autonomía  -que una universidad posee y una escuela normal nunca podría alcanzar- era razón suficiente para pretender los sitiales más encumbrados, como el Rectorado por ejemplo. En esas circunstancias la figura de Juan José Vega vino a serenar las inevitables turbulencias.

Otro asunto para mí importante, que tal vez amerita análisis pero no en este momento, gira en torno a si la formación de docentes en el Perú se benefició con la nueva universidad. En verdad, ésa es otra historia.

Lo que queda claro es que en el breve periodo en que Juan José Vega fue rector de La Cantuta, supo o se empeñó en conciliar los ímpetus en pugna. Nosotros, los primeros egresados de la novísima universidad, lo tuvimos más cerca en la tarea docente como nuestro profesor del Seminario de Historia y ese fue el nexo suficiente para instalar con él una respetuosa amistad que el tiempo se encargó de sellar.

Los verdaderos maestros dejan huellas que van más allá del tiempo de su ejercicio profesional. Si extenso ha sido el ejercicio docente de Juan José Vega, antes y después de su paso por La Cantuta, más extenso y profundo ha sido su aporte a la historia del Perú, desde una perspectiva distinta que los expertos reconocen y elogian por su originalidad y pertinencia. El Perú entero es testigo, y muy especialmente los profesores, del infatigable magisterio de Juan José expresado en libros, conferencias, entrevistas, artículos periodísticos y sus incontables viajes, escenarios siempre nuevos y complementarios a la esencialidad de la cátedra universitaria. No pocos son los lauros de reconocimiento recibidos por esta trayectoria vasta y ejemplar, aunque sin duda uno, el más distinguido y el más profundo para Juan José, debe ser el del cariño y la gratitud de quienes lo conocimos y apreciamos.

Poco antes de morir y en ocasión de un reconocimiento público que se le hizo, me permití saludarlo por escrito y decirle cuánto me alegraba y enorgullecía lo ocurrido, agradeciéndole su amistad y ejemplo. La  respuesta fue sencilla y elocuente: “…. en todo caso no he hecho sino cumplir con mi tarea de maestro, como tú señalas muy bien. Llevaré siempre en el corazón tus líneas que me obligarán a ser aún mejor en el porvenir.” Ojalá pudiéramos repetir la esencia de estas palabras todos los días de nuestra vida.