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Jueves 07 de marzo 2013

El chavismo y la diplomacia pragmática

Por: Carlos Pérez LLana. Doctor en Ciencias Políticas y Diplomáticas (*)
El chavismo y la diplomacia pragmática
Foto: www.psuv.org.ve

El mundo y la región constituyeron para Chávez el núcleo de su proyecto ideológico estratégico. ¿Con qué personajes latinoamericanos él competía en el tramado de un proyecto personal que lo trascendiera?

Cuando consultaba la historia y observaba al mundo, su mirada se detenía en Castro y Perón. Ese dúo lo inspiraba en lo ideológico y en lo profesional, porque en clave estratégica a Chávez hay que entenderlo como un militar de lecturas desordenadas, enriquecidas en largos diálogos tropicales con intelectuales que le suscitaban la admiración “de los opuestos”. A su vez, los fascinaba porque habían encontrado al líder progresista capaz de superar, con los dividendos del petróleo, al castrismo y al peronismo.

El Socialismo del Siglo XXI proviene de esa matriz. Por razones biológicas, Chávez podía especular con heredar a Castro. De Perón rescataba una visión tercerista, que le permitiera armar alianzas globales, apostando a la emergencia de un nuevo poder mundial.

Decididamente, Chávez pensaba que la riqueza petrolera lo habilitaba a trascender América Latina, aunque siempre supo que el proyecto tenía un escollo: Brasil. Para la construcción del liderazgo internacional copió el modelo interno: la fractura. Detrás de un discurso bolivariano de unidad latinoamericana, basada en la ideología, Chávez debilitó la integración regional multiplicando organismos y foros. El peso de su personalidad y los tiempos históricos le jugaron a favor. En un mundo sin polaridades definidas, proyectó ambiciosas jugadas estratégicas: impedir que Brasil liderara América del Sur; alejar de la región a los EE.UU, debilitados por las aventuras de Bush y por la crisis del 2008; acercarse a un frente global anti-imperialista, donde convivió con las excentricidades ideológicas de regímenes variopintos, desde Libia y Siria, pasando por Bielorrusia, Irán y Corea del Norte. Finalmente, incómodo por no figurar entre los BRICS, ideó para ese espacio una diplomacia bicéfala, que incluye a Rusia y China. El Comandante encontró en Putin a un colega autoritario, dispuesto a participar en “la mesa del poder mundial” en base al poder militar soviético remanente y al peso de una ideología que integra nacionalismo ruso, petróleo y una vasta geografía. Como se sabe, en Moscú, Chávez compró armas y relato. Pero la mayor apuesta del chavismo fue China, una dimensión poco explorada de la práctica internacional venezolana.

El populismo es voraz en materia de recursos, porque lubrican la relación líder/masa. En el caso venezolano, a partir del 2008 el chavismo debió suplementar la renta petrolera con recursos externos. Y así nació una alianza objetiva entre Caracas y Beijing, construida con los fondos del Banco de Desarrollo chino. Desde ese año hasta la fecha, el Banco adelantó compras de petróleo, prestándole a Venezuela más de U$S 40.000 millones.

Este préstamo, que se asemeja al recibido por Ecuador, plantea interrogantes: ¿Apostó Chávez sus cartas a China, buscando una alianza privilegiada para acceder a “la mesa del poder mundial”? ¿Cuán sustentable resulta esta relación, inspirada en un crudo realismo? ¿Podrá mantenerse ésta visión estratégica? ¿Sobrevivirá esa práctica que el líder bolivariano buscaba compartir con nuevos socios?

(*) Artículo publicado en el portal del diario CLARIN el 7 de marzo de 2013.

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