Un milagro para Susana [revocatoria]

Pese al entusiasmo, el desenvolvimiento de una mejor campaña que el SÍ en febrero, el apoyo de muchas personalidades nacionales y hasta extranjeras (no entiendo qué vela tiene mi ídolo musical Joaquín Sabina en este entierro edil de Lima, fuera de su convivencia con una peruana), y la sicosis creada por sus allegados en torno al supuesto descalabro capitalino si pierde la revocatoria, la alcaldesa Susana Villarán camina hasta ahora a una implacable derrota el próximo 17 de marzo.

Lo dicen no sólo las cifras de las encuestas cuya oscilación jamás han puesto al NO por encima de sus adversarios. Ninguna compañía de sondeo de opinión se prestará en esta etapa determinante a una jugarreta salvadora de Villarán y sus amigos. Si pueden lograr en cambio –manteniendo aunque sea una de ellas la imagen del “empate técnico”– ayudar a la pataleta posterior que elabora un núcleo duro contra el conteo de la ONPE y las decisiones del JNE. Eso ya está en camino: desconocer la voluntad mayoritaria de los ciudadanos limeños a expresarse el domingo 17.

¿Por qué las cifras no han llegado a ser contundentemente favorables? El pasado 6 de enero me permití escribir en esta columna un artículo que titulé: “Consejos para Favre”. En realidad eran para Susana porque su ubicuo e improvisado asesor no habría cuajado una estrategia global como imaginábamos. Por eso mi amigo, el publicista Abel Aguilar, ha hecho operativamente por el SÍ más que el sabio Favre.

Pero allí dije cuatro cosas que me parecieron esenciales: uno, que Villarán inaugure su campaña reconociendo en detalle sus múltiples errores, el principal de ellos haberse dedicado a perseguir a su antecesor Luis Castañeda y borrar placas o colores de las obras con las cuales éste se relacionaba. Nunca lo hizo. O lo hizo en la generalidad. Recién hace pocos días fue más explícita. Tarde piace.

Dos, que se deshaga como voceros de los diletantes Eduardo Zegarra, Marissa Glave, Gustavo Guerra-García y Gabriel Prado. Sólo se deshizo de éste último y por el escándalo de los patrulleros bamba. Encima lo despidió con una carta que por poco le dice al final: “no te preocupes que pronto te volveré a llamar”. Tres, que haga coincidir la positiva actitud de Anel Townsend (la de mejor desempeño en la campaña por el NO) con los gondoleros mediáticos que insultaban a sus opositores. Nada. Y cuatro, que se acerque de corazón y sin sonrisa exigida a los de los sectores D y E, donde detectamos mucho odio hacia ella, más que simple animadversión.

Susana no ha podido vencer este odio. La soberbia puso entre ella y los pobres de Lima una barrera infranqueable. En verdad ha hecho todo de su parte para superar el deterioro, pero mal direccionada y muy tarde. 

Está además la desmunicipalización de la campaña por el SÍ en algunos sectores A y B que asimilan de a pocos el mensaje de Francisco Tudela: aquí ya no se juega el destino de Villarán y sus regidores, sino el posible triunfo de sus aliados Tierra y Libertad de Marco Arana, Patria Roja o Gregorio Santos. Todos con el puño en alto el domingo 17. Pero como van las cosas, sólo un milagro podría revertir todo a favor de la hasta ahora alcaldesa (Con información del diario Expreso).