[Ecuador] Vienen días difíciles

El día domingo pasado, después de casi media semana de la obsesiva puesta en escena de los surrealistas funerales del presidente Hugo Chávez, Carlos Blanco, en su columna de El Universal "Tiempo de Palabra", anunciaba el escenario político próximo en Venezuela: "Vienen elecciones en condiciones más desiguales que nunca, con Chávez como jefe de campaña de Maduro, el ilegítimo, lo que es una circunstancia más desafiante que tener a Chávez como candidato. No sabemos lo que viene pero será más complejo de lo que se pensaba".

La pregunta por la supervivencia del legado de Chávez no tiene por el momento respuesta. "De lo que no se puede hablar más vale callarse" sentenciaba Wittgenstein. Para el aparato propagandístico del chavismo, para la cúpula de sus líderes, para los que lo elevan a la categoría de santo, para los intelectuales nostálgicos de la revolución y para los interesados dentro y fuera de Venezuela, la sola enunciación de la duda es ya una ofensa. ¿No advertía a pocas horas de conocerse la muerte oficial del presidente, el ministro de Defensa almirante Molero Bellavia "que había darle en la madre a toda esa gente fascista de este país"? Seguirán afirmando la inmortalidad del legado simbolizado en el mausoleo erigido precisamente para ese fin. No es solo cuestión de sentimientos sino de intereses.

Por el otro lado, las señales rojas de la economía venezolana necesitan todavía tiempo. Hay gente, bastante gente que va a pagar muy caro que esto suceda incluso mucha de la que hoy se aferra mágicamente a su imagen. Inútil repetir aquí las cifras del derroche de dinero y de la ineficiencia estatal.

"Combatir en contra de Chávez es una cosa, combatir en contra de sus sucesores es otra. No porque estos sean como para descuidarse –pienso que pueden ser más feroces en la medida en que son más incompetentes—sino porque aquel representaba un proyecto, si bien fallido, mostrenco e irrealizable, con capacidades inspiradoras".

En este sentido resulta inexplicable la decisión del candidato opositor Henrique Capriles Radonsky de participar en las próximas elecciones venezolanas cuando los mismos analistas que señalan la extrema precariedad de la economía venezolana y su desplome a mediano plazo, coinciden en que el candidato del régimen, el actual presidente Nicolás Maduro será quien seguramente obtenga la victoria.

A estas alturas nadie puede hacerse ilusiones sobre una victoria fácil sobre el gobierno chavista. Todos los dados están cargados contra Capriles. Tanto que es inevitable dudar si el secretismo sobre la enfermedad del presidente, las amenazas contra los que osasen decir que su situación era de gravedad, la agenda misma desde su último viaje a Cuba, no eran hitos debidamente colocados para conducir al triunfo electoral al designado por el presidente. Pareciera preferible entonces, como piensan sus seguidores que se haga cargo hasta el fin del legado. Salvo la posibilidad de algún pacto de La Moncloa o,- ¿por qué no?- de Punto Fijo que el vocerío no permite avizorar por ninguna parte.

(*) Joaquín Hernández Alvarado ha publicado este artículo el 12 de marzo de 2013 en el portal ecuatoriano www.hoy.com.ec