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Miércoles 13 de marzo 2013

Francisco I, un Papa Negro

Por: Antonio Hualde.
Francisco I, un Papa Negro
Foto: Referencial

Hace pocas fechas, el diario La Nación rememoraba una anécdota que refleja bien a las claras el compromiso social del flamante Papa. Fue en 2001, cuando Argentina vivía un tremendo estallido social a causa del corralito. Saqueos, asalto a supermercados y una enorme ola de violencia se adueñaron del país, con especial intensidad en la capital. Durante una de tantas algaradas, el arzobispo de Buenos Aires vio desde la ventana de su despacho cómo la policía golpeaba con dureza a una mujer mayor. Indignado, llamó al ministro del Interior para pedirle moderación en las actuaciones policiales y que se diferenciase entre “alborotadores y simples ahorradores”.

Algunos reputados vaticanistas hacían ayer un juego de palabras refiriéndose a Francisco I como el primer Papa Negro, por su condición de jesuita. Lo cierto es que el apelativo en cuestión se refiere exclusivamente al Prepósito General de la Compañía de Jesús, cargo que ocupa en la actualidad el español Adolfo Nicolás. Puede decirse, pues, que el hasta ayer cardenal Jorge Mario Bergoglio es “sólo” un “jesuita de base”. También lo era San Francisco Javier, patrón de las misiones y posible inspirador de su nombre como Sumo Pontífice. De todos modos, tampoco estaría mal que la fuente hubiera sido San Francisco de Asís, quien tuvo una revelación en la que Jesús le decía “Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?”.

Mucho va a tener que reparar el nuevo Papa. No sólo en la Iglesia -que también- sino en un mundo cada vez más inmerso en una preocupante crisis de valores. En este sentido, la ejecutoria de Francisco I durante su etapa como primado argentino invita al optimismo. En su país es conocido por llamar a las cosas por su nombre. Unos le tildan de “conservador” por su oposición al aborto y al matrimonio homosexual, y otros de “progresista” por criticar abiertamente los abusos del capitalismo exacerbado y de la sociedad de consumo. Tampoco puede decirse que haya tenido una relación fluida con el poder político, ya que no se ha plegado a las veleidades del kirchnerismo.

En cualquier caso, es el nuevo Papa. El Espíritu Santo sabrá. Personalmente, tengo la impresión de que su designación ha caído bien. Los 1.200 millones de católicos que somos en el mundo tenemos desde ayer una nueva referencia, un nuevo líder. Eso es una ventaja con respecto a otros credos como el Islam, donde no hay una autoridad visible y sí muchas voces crispadas. Francisco I viene con el añadido de ser jesuita, orden religiosa entre cuyos miembros ha habido siempre cabezas realmente bien amuebladas. Si, como parece, Francisco I se va a llamar así por San Francisco Javier, el mensaje es claro para los cristianos: todos hemos de ser misioneros de nuestro entorno. Además, San Francisco Javier también es patrón de los boy scout católicos, con un lema muy útil en estos tiempos: siempre listos para servir. Tengo muchas esperanzas puestas en este Papa. Como dirían en su Argentina natal, ¡Ché, qué bueno que viniste!

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