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Jueves 14 de marzo 2013

La mano de Dios es argentina [Papa Francisco]

Por: Fran Ruiz.
La mano de Dios es argentina [Papa Francisco]
Foto: RSS.

Sospecho que si el nuevo Papa fuera ecuatoriano, peruano o incluso mexicano, estaríamos ahora hablando de una Papa latinoamericano, pero el Espíritu Santo es caprichoso y ha querido que sea argentino, así que tendremos que acostumbrarnos a que sea eso, un Papa argentino. La mano de Dios se posa de nuevo sobre otro argentino, como en su día se posó sobre la de Maradona para que con ella metiera un gol (que no lo era) a Inglaterra.

Bromas aparte, la elección de Bergoglio confirma los tiempos de sobresaltos que vive la Iglesia católica: con un cardenal que no asiste al cónclave porque acaba confesando que abusó sexualmente de cuatro sacerdotes, con otros dos cardenales, el estadunidense Mahony y el mexicano Rivera, acusados de proteger a curas pederastas, con papeles secretos del anterior Papa al descubierto porque su mayordomo lo traicionó, con un Papa harto de intrigas que renuncia, y ayer, con la sorprendente elección de un pontífice latinoamericano, perdón, argentino.

Muchos vaticanistas (y creo que algún que otro cardenal) han justificado ya esta revolucionaria elección de un Papa no europeo alegando que América Latina es el granero de católicos del mundo, ya que representa el 42% de los casi 1,200 millones de católicos, mientras que la vieja Europa no es capaz de tener más allá de un 25% de personas que se confiesa de esa religión. Entiendo que el centro de gravedad católico deje por fin de girar en torno a Europa y se desplace al llamado “continente de la esperanza”. No sólo lo entiendo sino que lo comparto. Lo que no me cabe en la cabeza es que, con esos mismos argumentos, no se abra ya la Iglesia a las mujeres, que representan más de la mitad de esos 1,200 millones de fieles. Mucha hipocresía en torno a este asunto, ¿no?, tanta como la de un asunto más doloroso, el de los jerarcas de la Iglesia que por un lado condenan con una furia inusitada la homosexualidad y luego permiten, con su silencio o su complicidad, que miembros de su diócesis hayan cometido abusos sexuales contra menores durante años.

Todas estas cosas que no entiendo me gustaría que me las explicase el nuevo Papa, a ver si con eso de que es jesuita (y por tanto “gente de fiar”, como dijo ayer el canciller español) es capaz de corregir estas anomalías y modernizar por fin una institución que quedó anclada en la Edad Media mientras el resto del mundo, sumergido ya en la era virtual, se les escapa de las manos a la velocidad de la luz.

Todo el boato en torno a la fumata negra y blanca, las oraciones que hemos escuchado en latín, la maravillosa Capilla Sixtina donde se encerraron los “príncipes de la Iglesia, o la emoción a flor de piel de fieles de todo el mundo en la plaza de San Pedro está muy bien, pero, no es suficiente. La Iglesia Católica no puede pretender seguir cambiando de Papa y que éste no reaccione a los tiempos que le ha tocado vivir como si no pasara nada. Por defender precisamente esta estrategia, los dos últimos papas no han podido cortar la sangría de fieles que han cambiado de religión o se declaran laicos o ateos.

Desde aquí saludo al nuevo Papa Francisco, muy cercano a los pobres y de la periferia, alejado de la aristocracia de la Curia Roma. Me alegro de que sea latinoamericano y rece en nuestro idioma. Ayer, en su primer discurso como Papa pidió que rezáramos por él. Yo no sé rezar, mejor que lo hagan otros, pero desde aquí le pido que ponga los pies en el suelo, entienda la realidad que le rodea y tenga la valentía de impulsar un nuevo Concilio Vaticano que modernice y haga más transparente la Iglesia, su Iglesia (Con información del diario La Crónica de Hoy).

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