Francisco, un Papa de múltiples perfiles

Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 17 de diciembre de 1936), de la Compañía de Jesús, es desde ayer el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica. Será el primer Papa latinoamericano de la historia (aunque con ascendencia italiana), y el primer jesuita que se siente en la silla de Pedro. Ambos hechos ya son en sí mismos motivo de gran sorpresa. Indudablemente Hispanoamérica constituye un área principalísima del catolicismo, tanto numéricamente, como por la profunda batalla que en sus tierras se verifica entre la Iglesia de Roma y la constante penetración de credos y sectas evangelistas o pentecostales. No obstante, Argentina puede considerarse una zona más europeizada que otras, pero también uno de esos países de cierta inestabilidad personificada en este momento por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Bergoglio ha efectuado críticas severas sobre la gobernación económica de su país y de Hispanoamérica en general, con una atención expresa a la exclusión social de los más pobres.

En segundo lugar, Francisco procede de la orden fundada por San Ignacio de Loyola, sobre la cual amplios sectores de la Iglesia discrepan abiertamente. Considerada excesivamente progresista, e incluso disidente en algunos aspectos, otros ven en ella un verdadero baluarte del trabajo en frontera y en aquellos lugares y temas más controvertidos. En ese marco, el jesuita Bergoglio posee un perfil propio, entre los muchos que podrán reseñarse de su persona. Ingresado en la Compañía en 1958, cursó Filosofía y Teología (estos últimos estudios los completó en Alemania más tarde), y se ordenó sacerdote en 1969. En la orden de San Ignacio ha sido profesor de secundaria, maestro de novicios, profesor de Teología, o provincial (máximo responsable) de Argentina. Su etapa al frente de los jesuitas de ese país no fue sencilla. Bergoglio defendía que sus sacerdotes se dedicaran preferentemente al ministerio sacerdotal y se abstuvieran de una presencia social en comunidades de base o estructuras similares. Esa perspectiva creó división de opiniones sobre su persona dentro de la Compañía, pero su ortodoxia le condujo en 1992 a que fuera nombrado por Juan Pablo II obispo auxiliar de Buenos Aires y en 1998 arzobispo de la misma sede bonaerense. En 2001 fue elevado a cardenal por el mismo Pontífice.

Entre los variados perfiles de su trayectoria vital existe una zona de sombras vinculada a la dictadura militar argentina, de 1976 a 1983. Bergoglio recibió acusaciones de colaboracionismo con los militares, que él negó rotundamente. Su caso fue años atrás motivo de intenso debate periodístico y es seguro que su elevación al solio pontificio reavivará aquellas polémicas. 

Respecto a su perfil eclesiástico, es considerado hombre de ideas similares a las del Papa Wojtyla, es decir, conservador en cuestiones doctrinales y morales (ha tenido enfrentamientos con la presidenta Fernández de Kirchner a causa del matrimonio homosexual) y avanzado en materias sociales. Personalmente es hombre de gran inteligencia, de vida austera y con dotes de gobierno.

Su elección de ayer ha de ser vinculada necesariamente a que en el cónclave de 2005 llegó a reunir 40 votos de los cardenales electores, esto es, el segundo bloque de apoyos después de los recibidos por Joseph Ratzinger. Según filtraciones de aquel cónclave, pidió a quienes le respaldaban que no le votasen más y en ese momento fue elegido Benedicto XVI. Francisco llega al Pontificado como un eclesiástico con diferentes perfiles. Además de los datos biográficos ya enunciados, su elección ha podido proceder de cardenales que ya le apoyaron en 2005 más los que ven en él una persona capaz de gobernar la curia vaticana con decisión. Sin embargo, pese a su calificativo de conservador, las primeras reacciones ayer de los sectores tradicionales de la Iglesia no eran de entusiasmo. En todo caso, el libro del Pontífice Francisco tiene ahora mismo todas sus páginas en blanco y el tiempo dirá cuales de los variados perfiles del Papa Bergoglio predominarán.