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Viernes 15 de marzo 2013

¡En esta esquina...y en esta otra...!

Por: José Domingo Blanco
¡En esta esquina...y en esta otra...!
Foto: lavoztx.com

Arrancó una nueva contienda electoral. Una campaña express vista la fecha para la cual el CNE anunció las elecciones. Y se inició a dentelladas; porque los dos principales contendientes comenzaron, a puño limpio, con ganchos de izquierda y derecha verbales, a abrirse paso hacia la silla presidencial que desde hace mucho dejó vacía el ahora difunto presidente.

El cuadrilátero está listo.  Ya sabemos, incluso, la posición que ocuparán en el tarjetón los candidatos. Se pusieron los guantes y comenzaron a lanzar jab al aire, a manera de calentamiento. Porque esta pelea será entre dos: no importa si María Bolívar y otros cuatro aspirantes sigan pensando que tienen oportunidad de regir los destinos del país. Así, en teoría, es la democracia.

¡En esta esquiiinaaa, aludiendo que es "el elegido", el médium, el cuerpo a través del cual Chávez se materializará y seguirá gobernando: Nicolás! ¡Y en esta oootra, con casi seis millones y medio de votos obtenidos en las elecciones del 7O que lo ubican como uno de los derrotados más sufragado: Henrique! Pero, el árbitro: ¡qué broma con el árbitro! ¡Cómo hemos dudado de su imparcialidad! Durante las exequias del presidente reelecto, como es lógico suponer, todos los representantes de los poderes públicos hicieron acto de presencia. Sin embargo, hubo una imagen que llamó mucho mi atención y que, a mi juicio, fue políticamente incorrecta, mas de cara a unas futuras elecciones que ya en ese momento, eran más que evidentes. Cuando le tocó a Tibisay Lucena saludar y darle el pésame al vicepresidente (aún Maduro no se había juramentado) se empinó, se colgó al cuello del ahora mandatario encargado y lo abrazó como se abrazan quienes comparten ideales, doctrinas y maneras de pensar. Yo no sé a ustedes; pero, para mí, esa escenita tuvo otra lectura. ¡Y no fue precisamente de imparcialidad! Difícil "creer" en la objetividad, ecuanimidad y legalidad de los procesos encomendados al CNE después de esa reacción emotiva de Tibisay.

Maduro y Capriles inscribieron  sus candidaturas el 11 de marzo. Y en treinta días tendremos elecciones.  Sin embargo, Nicolás lleva rato en campaña. El mismo día del funeral de Chávez, ante los mandatarios internacionales que vinieron, se disparó un discursito con más ribetes de mitin que de semblanza y condolencia. ¿Qué habrán pensado esos señores quienes, en plena capilla ardiente, y aunque no estuviesen de acuerdo, avalaban con su presencia el lanzamiento tácito de la candidatura de Maduro? Imagino que a más de uno le habrá provocado pararse y salir corriendo.

Esta campaña será una de las más surrealistas que hayamos tenido. Nunca vista en la historia electoral del país. Porque el candidato que enfrentará Capriles no es realmente Maduro: es Chávez. El difunto comandante quien, a través de Nicolás, continuará gobernando, según insiste el propio Nicolás. Y no estoy inventando nada: palabras más, palabras menos, eso es lo que se interpreta del discurso del presidente encargado-candidato. Ergo: el contendor de Capriles es Chávez, el insepulto.

Y no dudo que, a partir de ahora, no se celebren consejos de ministros sino sesiones espiritistas para conocer las directrices que, desde el más allá, dicte el comandante. Con todo lo que hemos visto hasta ahora, cualquier cosa como esta, aunque suene inaudita, puede pasar.

En un país "normal" lo  indicado, ¡lo sano! hubiera sido que el candidato oficialista le diera la bienvenida al escenario electoral a su acérrimo opositor. Sin embargo, somos testigos de todo lo contrario: ataque, confrontación, insultos. Habrá quien asegure que Capriles lanzó el jab primero. Quizá sea cierto; pero, sus cuestionamientos no son más que el eco de lo que muchos, incluso chavistas radicales, están reclamando. "Nos mintieron y queremos la verdad sobre lo que le pasó al comandante" me comentó un partidario de Chávez que no titubeó al decirme que "no votará por Maduro porque no le gusta; porque no ha hecho más que mentirles". Y su razón más contundente para no votar por Nicolás: "¡Él no es Chávez!" ¿Cuántos chavistas pensarán así? Tal vez muchos más de los que ellos mismos quisieran aceptar.

La pelea electoral, de nuevo, no será pareja. Seguiremos sin condiciones transparentes, reinará el ventajismo y los recursos del Estado volverán a estar a merced del candidato oficialista. Contra eso: ¿quién pierde? Pero, si Maduro gana las elecciones,  pagará las consecuencias de los errores (sociales, políticos y económicos) cometidos por Chávez quien no hizo más que despilfarrar las riquezas públicas del país. Las medidas económicas que tendrá que adoptar tendrán un costo político muy alto, con un agravante: Nicolás no es Chávez, no tiene su carisma, no hipnotiza a las masas como Chávez. Y cuando el duelo pase y la realidad golpee, veremos cómo comenzarán a desmoronarse los ídolos de barro.  Al réferi no le quedará otra que anunciar knock-out técnico para Nicolás.

Nota publicada en eluniversal.com

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