Actualmente el Congreso del Perú padece del santificado guarismo de aceptación popular de unos 7, 9 o doce puntos.
La fiesta no acaba. Tal como va la composición humana del Congreso no supondrá levantar esas cifras. En milagros ya no se puede creer. ¿Es posible revertir tal cosa?
A partir de lo que son e integran los partidos políticos es imposible. A los partidos y sus cúpulas solo les interesa reclutar financistas para la campaña. No les interesa vincularse ni a artistas ni a intelectuales. Son incapaces de formar escuelas de cuadros o de mandos. Son incapaces de matricularse en cursos universitarios de políticas públicas o de algo que se asemeje a eso. Así que esperar cambios por esa esquina es impensable.
Ante ello, asoma el cansancio y hastío de la ciudadanía toda que optaría por escoger una de las dos ideas que flotan en el ambiente.
A la derecha, existe un tipo de pensamiento corporativista que modula manejar la sociedad y el gobierno como si fuera el aviso de un periódico que convoca a los mejores especialistas en determinados temas y active como un directorio al que se le contrata y se le mantiene en función a los resultados o logros que obtenga en un periodo de tiempo.
A la izquierda, hay un tipo de pensamiento que es el que proponemos. La diferencia con el anterior planteamiento es uno solo. En la derecha se convoca mas nadie elige popularmente lo que se escoge. Nosotros planteamos elecciones para elegir representantes a un nuevo tipo de Congreso de esta forma. A saber la sociedad civil se organiza en iglesias, sindicatos, cámaras de comercio, universidades, consultorías, asociaciones diversas, grupos de apoyo mutuo como el Rotary, etc.
por ejemplo la Cámara de Comercio de Puno vota internamente y designa una terna de representantes que califican para postular al congreso. La ciudadanía elige.
Nadie niega que los partidos hagan campaña por ellos. No se exige que no tengan carnet partidario pero una sola cosa es cierta. Sus calificaciones son mucho más altas que la elección que cualquier partido pueda haber hecho en un tiempo. Así que de ilusa esta elección no tendría un pelo.
Alguien diría que estamos resucitando las viejas tesis de un velasquista que fue aprista como Carlos Delgado Olivera, luego continuada por su discípulo izquierdista Carlos Franco. Aquel de la tesis del no - partido en la época del gobierno militar del dictador de decretos supremos Velasco Alvarado.
Pero la diferencia es que ellos buscaban una representación directa muy llana y horizontal, casi de Estados Generales francés previo al estallido de la revolución de 1789.
Nosotros también solo que con una distancia. Ese modelo de Congreso puede darse solo con el voto libre de los ciudadanos desde un mecanismo legal que así lo ordene llamado Asamblea Constituyente.
¿Por qué la necesidad de una Asamblea Constituyente?
Históricamente las constituyentes del siglo 20 han surgido de tres eventos. La del 33 tiene como origen el golpe militar que derrocó a Leguía. La de 1979 tiene origen en el golpe militar de Velasco el 68. La del 93 tiene origen en el golpe cívico - militar de Fujimori el 92.
Por tanto esta es la mejor oportunidad de auto convocarnos desde la civilidad para apuntar a un cambio de rumbo en paz. Lo contrario es esperar que otro grupo político ultra nos adelante y secuestre la democracia vía un cuartelazo o una junta de notables medievalista.
Este último rubro se manifestó en Chiclayo el 2006 luego del incendio del municipio y al no poderse dar garantías para la asunción de un alcalde legitimado por el JNE simplemente el presidente Alan García subrogó el estado de derecho en esa zona del Perú y se dio la figura de junta de notables hasta que se completó un mandato y asumió otro de las urnas.
De continuar el Congreso en caída libre la amenaza de ello es real. Esperar milagros es de ingenuos.