Los grandes perdedores de la revocación son el exalcalde de Lima Luis Castañeda y su amigo el expresidente Alan García. Fue Castañeda, quien contactó a Marco Tulio para que armara el embrollo a fin de tumbarse a la alcaldesa Susana Villarán luego de quedar en el pozo del quinto lugar en las elecciones presidenciales del 2011.
A su vez, García quiso sacar provecho del proceso con la ilusión de ser el aliado de Castañeda para hacerla linda en el 2016. Castañeda y García quisieron aprovecharse de que Villarán había conseguido muchos enemigos en el sector transporte, en La Parada, en los medios de comunicación. Había pisado tantos callos, que los perjudicados corruptos le empezaron a pasar factura poniéndose la camiseta de los revocadores.
Castañeda y García quisieron aprovecharse, pero la gente, que ya los conoce, les dijo NO.
Los vecinos no se dejaron engañar. Apostaron por no gastar dinero en nuevos procesos, apostaron por la continuidad de una gestión elegida para cuatro años, votaron contra el aprovechamiento político, votaron contra el caos y desorden que graficaron muy bien los revocadores en la llamada exposición de ideas, votaron contra la corrupción.
Villarán tiene ahora una nueva oportunidad. Las vacaciones pueden esperar. Ella tiene la opción de demostrar que una gestión progresista sí puede sintonizar con los vecinos, que una Lima linda de todas las sangres sí es posible.
Lima es una ciudad tan compleja que cuando los vecinos se dan cuenta que su alcaldesa no roba, no saben cómo interpretar el hecho. Hay que ir aprendiendo por el bien de todos. Fue una gran victoria (Con información del periódico La Primera).