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Miércoles 20 de marzo 2013

El nuevo nombre de Bergoglio

Por: Francisco Gámez Arcaya
El nuevo nombre de Bergoglio
Foto: emol.com

Por el año de 1207, Francisco estaba encadenado en un calabozo. Su padre lo había confinado ahí hasta que renunciara a la idea de entregar su vida a Dios y de vivir en la pobreza. Cuando Donna, la madre de Francisco, logró liberarlo, éste se desnudó y le devolvió a su padre la ropa que vestía, para no adeudarle nada. Así comenzó su entrega total a Dios.

Francisco había recibido llamados concretos de una voz que en su interior le decía: "repara mi Iglesia que se está cayendo en ruinas". Al ver a su alrededor y constatar el mal estado del templo de San Damián, Francisco comenzó a trabajar en su reparación. No entendía que la voz le pedía una misión más grande, la reconstrucción espiritual de la Iglesia de la época, sumida en una crisis de división, poder y vanidad. En su trabajo de albañil, se le fueron juntando otros, hasta formar un grupo de doce. Su espiritualidad consistía en servir a Dios y a los demás viviendo la pobreza evangélica.

Vista la oposición de algunos en el pueblo, Francisco y sus amigos decidieron ir a Roma para obtener aprobación de su estilo de vida de manos del Papa Inocencio III. Los doce salieron caminando, vistiendo viejos trajes de labradores con una cruz trazada con tiza sobre el pecho. La mayor sorpresa la tuvo el Papa. En esos días, Inocencio III había tenido una pesadilla persistente. Soñaba que la Iglesia se derrumbaba y que un hombre, vestido en harapos, detenía con su cuerpo la inminente destrucción. Aquel hombre de sus sueños era Francisco. Inocencio III aprobó su regla y el número de seguidores de Francisco siguió creciendo.

La humildad y la fe de Francisco lo llevaron a convertirse en el gran reparador espiritual de la Iglesia de la época. Murió con los estigmas de Cristo en octubre de 1226 a la edad de 44 años. Al poco tiempo fue canonizado y desde entonces su fiesta se celebra el 4 de octubre. Es el gran santo de los pobres y de la paz.

El pasado 13 de marzo, luego de su elección como Papa, el Cardenal Jorge Bergoglio adoptó el nombre de Francisco en honor a aquel Santo de Asís. Con esta elección, Dios nos ha enviado un claro mensaje. Es urgente que el mundo redescubra la sencillez de la fe y la inmensidad del amor de Dios. El Papa ha dicho que quisiera "una Iglesia pobre y para los pobres". Un reclamo de solidaridad, servicio y austeridad que nos interpela a todos nosotros, no solo a la curia vaticana, como suele interpretarse. Sin embargo, siempre habrá voces inconformes que reclamen una Iglesia que relativice el bien y el mal para que todo valga. Olvidan que quienes han reparado la Iglesia de sus numerosas crisis, lo han hecho sujetando con firmeza y humildad las banderas de la Verdad y del Amor, como lo hizo aquel Santo de Asís hace más de 800 años.

Nota publicada en eluniversal.com

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