Fidel y Raúl se las ingeniaron para tomar el poder en su país y mantenerlo por ya 53 años. Para ello debieron aprender a eliminar toda clase de disidencia y a "sacudirse" a los propios que pudieran hacerle sombra. Al mismo tiempo se hicieron de un ejército de sumisos dependientes, que han llegado a la idolatría de los personajes "de otro mundo" en que se convirtieron a través de una bien diseñada y mejor implementada permanente campaña de propaganda. Luego de asesinar a miles mediante juicios express y fusilamientos, y empujar allende los mares a un par de millones inconformes, la isla les quedó a su merced. Como expertos manipuladores de conciencias, y de los deseos básicos de una población que jamás dejó de ser pobre, lograron establecerse definitivamente en la cúspide del poder para vivir una larga vida de privilegios, mientras mantenían bajo exorcismo a una población convencida que no podía haber mejor forma de vivir. Tuvieron que esperar hasta hace apenas un par de años para tener permiso de acceder a Internet, teléfonos y computadoras, aunque por supuesto la gran mayoría carece de los medios para ello. También tuvieron que esperar a que la quiebra crónica del Estado se hiciera insoportable, pese a la generosa ayuda del gobierno venezolano, para tener permiso para crear pequeños negocios.
Bueno, resulta que Fidel y Raúl, ya octogenarios, habiéndole secuestrado las oportunidades de vida a tres generaciones de cubanos, y sabiendo cerca su final biológico, ya no pueden conformarse con todo lo obtenido a través de Chávez en 14 años. ¡Quieren más y necesitan más! La prematura desaparición del pupilo, y la peligrosa debilidad de los segundones, ha creado una nube de incertidumbre que pone a riesgo el hiper-abultado cordón umbilical que nutre desde Venezuela al fracasado sistema sociopolítico cubano. Evidentemente, el experimentado dúo ha decidido resolver su situación de fragilidad como solo ellos saben: hay que tomar las medidas al alcance para eliminar toda clase de disidencia en Venezuela, tratando, en lo posible, de mantener la máscara democrática para no afectar el flujo de petrodólares desde EEUU a Cuba, con breve estadía en Pdvsa. Por supuesto, en estos días no es posible fusilar en Venezuela como se hizo en Cuba hasta hace años no muy lejanos. Pero sí se puede aumentar la presión para "empujar" cada vez más a los inconformes a abandonar el país, también a utilizar con más rudeza a los poderes públicos y al sistema judicial-policial para amedrentar a críticos y opositores y, finalmente, hay dinero suficiente y débiles de alma para comprar saltos de talanquera y fidelidades en cualquier instancia.
Si no ha bastado con encarcelar a figuras emblemáticas como el general en jefe y exministro de la defensa Raúl Baduel y a decenas de otras personalidades en castigo por su crítica al régimen; si no ha bastado con dejar morir a un Brito reclamando su legitima propiedad y sus derechos, si no ha bastado con condenar a muerte al comisario Simonovis y torturar en grado mayor a la jueza Afuini, demostrando en todos los casos un grado de inclemencia digno de la inquisición medieval, entonces, ante la emergencia de la ausencia del pupilo, hay que arreciar por todos los medios para acallar las voces de la oposición y liquidar a cualquiera que pretenda retar al maduro candidato de los Castro. Ellos, los cubanos, el asiento del poder que manda hoy en Venezuela, han decidido no correr riesgos, y la decisión es la correcta... para ellos, pero nunca para nosotros.
Es el tiempo de la Venezuela que se canta en el ¡Gloria al Bravo Pueblo! Es el tiempo de crear conciencia de la increíble entrega de la patria y sus recursos a un par de octogenarios y su fracasado sistema. Es el tiempo de la vergüenza nacional y de la conciencia patria. Es el tiempo de despertar del exorcismo que los Castro han realizado a muchos venezolanos, a través de las largas peroratas de su pupilo. ¡Es necesario y urgente despertar, pues ellos vienen con todo y por todo! Ese todo incluye no solo los petrodólares, también las libertades y los derechos, y hasta la calidad de vida ya bastante mermada. Tomemos conciencia y construyamos una marea inmensa de votos que reafirme la venezolanidad y los derechos de los venezolanos todos. Más que de Capriles, se trata de obtener un triunfo para cada uno de los habitantes de este país, merecedor de un presente y un futuro muy diferente al que se vive en Cuba.
Nota publicada en eluniversal.com