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Domingo 24 de marzo 2013

¿Puede perder Maduro?

Por: Fernando Ochoa Antich.
¿Puede perder Maduro?
Foto: Referencial

Sí. Estoy convencido de esta realidad. No lo hago influido por un exagerado  optimismo. Hay razones de fondo para pensarlo. Analicemos nuestro pasado reciente y lo que ha venido ocurriendo en estos días  para encontrarle una respuesta racional a esta interrogante. Lo primero que exige una explicación fue el absurdo de la candidatura de Hugo Chávez. Estaba a la vista que ese esfuerzo comprometería de manera definitiva su salud, pero la camarilla no tenía otro candidato. Las encuestas mostraban que cualquier otro dirigente del PSUV, incluyendo a Maduro, sería derrotado por Capriles de una manera vergonzosa. La camarilla, sin importarle su salud, lo presionó, aprovechándose de su sentido de trascendencia histórica, para que fuera candidato.

Ir a operarse de nuevo en Cuba era inaceptable. Lo lógico, lo natural hubiera sido aceptar el ofrecimiento que le hizo Dilma Rousseff, pero había que guardar el secreto, y se requería que el paciente estuviese bajo el control psicológico de los Castro para imponer la candidatura de Maduro. Esta verdad deben conocerla mis compañeros de armas. El colmo fue convencerlo de la necesidad de regresar a Venezuela para lanzar su candidatura. Después, el sorprendente viaje a Caracas sufriendo una grave infección respiratoria. No podía morir en Cuba. Se podía descubrir la maniobra de los Castro. Yo me pregunto, ¿la militancia del PSUV, no se hará estas mismas preguntas? Estoy seguro que esto está ocurriendo en la conciencia de millones de chavistas.

Es verdad, que la maniobra urdida por Maduro y la camarilla civil que lo rodea de violar la Constitución para nombrarlo presidente encargado de la República ha dado algún resultado: dos encuestas, una no muy confiable, lo presentan, en este momento, con cerca de diez puntos sobre Capriles. Era imprescindible, para tener alguna opción de triunfo,  presentarse dirigiendo el sepelio de Hugo Chávez. Claro está, que en cualquier jugada de orden político existen riesgos. Maduro no calculó el efecto negativo de la crisis económica. La inflación y la escasez han empezado a debilitar su inicial fortaleza. Además, Capriles ha logrado, con su discurso de lanzamiento, volver a unificar a la oposición. Al arriesgar su destino político se transformó en el líder de amplios sectores nacionales.

El miedo a la derrota que ha venido surgiendo en  Maduro se ha manifestado de tres maneras: La primera, atacar de una manera desconsiderada, grosera e intemperante a Henrique Capriles. La segunda, continuar con la tesis de sembrar el odio y el  resentimiento social. La tercera, negarse tercamente a debatir sin entender que es una exigencia nacional. La demostración más clara de ese miedo la dio apenas Capriles aceptó la candidatura. Su brillante intervención fue respondida por Maduro de manera muy pobre, con un discurso mal preparado y peor dicho que permitió percibir la debilidad de su liderazgo. Lo único que ha hecho desde que se inició la precampaña electoral ha sido esconderse detrás de la figura  de Hugo Chávez para no mostrar lo pobre de su personalidad.

Escuchar las  intervenciones de Nicolás Maduro produce pena ajena. No hay una sola idea que permita percibir las grandes líneas de acción que aplicará su gobierno, en caso de ser electo presidente de la República, para enfrentar la grave crisis económica y sus delicadas consecuencias sociales. En el momento de anunciar la primera devaluación del bolívar en un 46%, no le importó responsabilizar a Chávez de esa medida. Además,  el desastre administrativo de sus cien días de gobierno lo obligó a crear un sistema de subasta que comprometerá gravemente el nivel de vida de los sectores populares. No creo que los venezolanos, aún los chavistas, no entiendan la necesidad que existe de plantear un profundo cambio político que genere la confianza suficiente para superar la crisis económica...

Lo único que puede favorecer un triunfo de Maduro es el tiempo. El chavismo lo sabe. Su estrategia consiste en impedir que se supere el impacto emocional que produjo en sus militantes la muerte de su líder. Están equivocados. Ese sentimiento de tristeza no incentivará el voto sino que, al contrario, producirá una masiva abstención en el chavismo que conducirá a su derrota. Esta verdad empiezan a percibirla los asesores de opinión del régimen, que sorprendidos no encuentran respuesta al descontento popular que ha empezado a producir la devaluación del bolívar y la escasez. Piensan que mediante el abuso de poder y el control de los medios podrán detener la caída de la popularidad de Maduro. Ilusiones... No hay manera de detener el derrumbe de su candidatura...

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