Muy prolífico y prometedor es el discurso del gobierno de Ollanta Humala, para el sector energético. Pero solo eso, porque en ideas claras y medidas concretas muestra una vergonzosa orfandad. Esta afirmación es válida para las actividades de hidrocarburos en general y energía eléctrica en todas sus formas.
El problema de fondo está en cuatro puntos: desconocimiento, avidez por hacer anuncios de inversiones billonarias, trámites medioambientales engorrosos y falta de autoridad ante la oposición de grupos sociales organizados.
El desconocimiento se da al más alto nivel, no hay visión clara de las verdaderas posibilidades que tiene el Perú en el sector energético. Tampoco existe capacidad para emitir las medidas normativas concretas que favorezcan la inversión. Por el lado de los anuncios, la irresponsabilidad es de grado superlativo, se promociona proyectos sin viabilidad económica y financiera.
En cuanto a los trámites medioambientales, son enrevesados que los hace dilatados en tiempo, demoran de 18 a 24 meses, siendo las gestiones de elevado costo. A esto se suma la resistencia de grupos organizados que a nombre del medioambiente, no siempre con razón, se oponen a las industrias extractivas, ejerciendo presión mediática y de movilización social, que muchas veces devienen en actos violentos, ante un gobierno débil que tiene temor del ejercer la autoridad.
La solución va por un relevo de personas en el ejercicio del cargo por otras que tengan conocimiento y experiencia, de lo contrario la situación se irá agravando.