Tras haber sido derrotada en la revocatoria municipal de Lima, la izquierda se apresta a librar otra batalla emblemática para ella: impedir que el gobierno indulte a Alberto Fujimori. Ha decidido que Fujimori debe morir en prisión o salir de ella solo moribundo. Su sed de revancha – sentimiento ajeno a todo valor humanitario – es insaciable.
Está en campaña con ese fin. Y también su gente en el gobierno, (Juan Jiménez, Eda Rivas) está en campaña: Ha dilatado y trabado el trámite del indulto, ha filtrado a la prensa fotos, vídeos, documentos, contra Fujimori, y esta semana filtró a la prensa el informe de la Junta Médica que vio al ex presidente. ¿Para informar o desinformar?
Cierta prensa informó así: “No tiene cáncer”, y de inmediato Jiménez declaró que si la Comisión de Indultos opina que Fujimori no merece el perdón su solicitud no llegará al presidente. Al mismo tiempo, la izquierda amenaza a Humala con llevarlo ante la Corte Interamericana de DDHH si perdona al canceroso. Pretende que Humala ni siquiera vea la solicitud.
La izquierda siempre ha metido las manos en el caso Fujimori. Hizo que la sentencia del caso Colina se leyera el 7 de abril del 2009 (no pudo el 5 porque fue sábado), que la ratificación de la misma se conociera el 2 de enero del 2010, cuando Diego García Sayán asumía la presidencia de la Corte Interamericana. Y ahora la ministra Rivas (ex esposa de García Sayán) dice que la decisión sobre el indulto se conocerá la semana del 5 de abril. ¿Mera coincidencia?
Todo indica que este 5 de abril – un día más o un día menos – la Comisión de Indultos informará que Fujimori incumple los requisitos para ser indultado y que, por lo tanto, su solicitud queda archivada sin ser derivada el presidente. Así lo tiene programado la izquierda.
Ello a pesar de que la prensa independiente ha constatado que el informe de la Junta Médica concluye que Fujimori tiene cáncer crónico de pronóstico reservado, depresión y otros males (el único desacuerdo es sobre el grado de la depresión) Y como la ley dice que el indulto procede cuando la prisión pone en riesgo la vida del enfermo, Fujimori, con 74 años y cinco cuadros cancerígenos a cuestas, sí califica.
La gran interrogante es ¿qué hará el presidente Ollanta Humala? Tiene dos opciones: Actúa conforme a ley y pone fin a la era nefasta de judicialización de la política, o obedece a la izquierda y sigue el camino de la vendetta política que destruye toda posibilidad de afirmar la unidad nacional y de los sectores democráticos.
El problema es que Humala no decide solo, y que el plan reeleccionista de la pareja presidencial, por ser un proyecto autoritario, pasa por una alianza con la izquierda, el único sector dispuesto a seguir el rumbo del autoritarismo chavista.
Sería un milagro de Semana Santa que el presidente meditara al respecto y que la próxima semana indultara a Fujimori como primer paso para acabar con la judicialización de la política, y para fijar bases sólidas para un pacto democrático nacional. Nunca más oportuna aquella expresión: Que Dios lo ilumine.