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Miércoles 03 de abril 2013

Chávez era interesante, Maduro no

Por: Rubens Yanes
Chávez era interesante, Maduro no
Foto: agenciapulsar.org

La ausencia del personalísimo comandante se hace notar en estos días, dejando claro que a pesar de que uno fuera contrario a la mayoría de sus análisis, designios y políticas, era al menos un personaje rico para el debate.

Chávez entre anécdotas reales o imaginarias, consignas manoseadas y citas célebres, era un hombre carismático y estudioso. Su discurso, plagado de montones de lugares comunes, servía para embrujar a sus seguidores, adoctrinarlos, entretenerlos y, obviamente, transmitir sus mandatos. El "escuálidos" era seguido del "exprópiese" y sazonado de algún cuento de su infancia o de Maisanta.

Maduro es mucho más simple y limitado. Sus dotes de orador vienen constreñidas por un problema de dicción un tanto curioso, que cuando se emociona le provocan una breve dislexia,  y sus vivencias no parecen ser tan ricas como el anecdotario de su predecesor.

Posee una menos notoria carrera política, siempre bajo el ala protectora del comandante. Pasó de la Asamblea a la Cancillería, donde se mantuvo conversando entre chinos, iraníes, cubanos y argentinos. Mucha más presencia fuera que dentro del país.

Su carácter hasta ahora siempre parecía ser apacible, cordial. Un tipo calmado que si bien podía ser muy crítico y articulado, se veía casi siempre callado o asintiendo al Presidente Comandante. Era un actor de reparto.

Ahora Nicolás ha saltado al protagonismo. Chávez lo ungió en cadena nacional antes de morir, dándole un primer impulso. Las huestes del PSUV lo acogieron como el delfín y pasó los primeros 100 días del año trabajando en su posicionamiento como el sucesor.

Pero Maduro no fue militar, no fue golpista, no puede vestirse de traje de campaña y boina roja, no es dicharachero ni tiene voz ronca, no canta y joropea y no ha ganado en cuanta elección se presentó.

Así que la estrategia es clara: mimetizarse con Chávez. Hugo el santo, el cristo, el eterno. Es por eso que ahora Maduro amenaza y advierte a la oligarquía, echa chistes y hace tremenduras en público, y hasta recordó su época de rockero juvenil.

Entre devaluación y devaluación, inventa bailes, recorre el país en su autobús y se roba los símbolos de campaña de Capriles. ¿Por qué?

Nicolás tiene la imperiosa necesidad de hacerse cercano a la base chavista, que no necesariamente lo conoce como para endosarle el cheque que le dejó Chávez. Votarán por él en abril por obediencia al Comandante, pero no significa que una vez elegido se lo van a querer calar.

Surge entonces una coyuntura en el chavismo similar a la que los rojos han identificado en la oposición: la falta de líderes que cohesionen el movimiento. El liderazgo no se decreta. Maduro pudo haber sido ungido, pero si no demuestra que es un verdadero líder, verá desmenuzarse su poder.

Nota publicada en eluniversal.com

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