Solo el APRA sanará al Perú

Javier Velásquez Quesquén acaba de declarar que es posición política del Apra que se indulte a Alberto Fujimori, porque es “lo más saludable para el país”. Sin duda es un argumento novedoso. Sobre todo en boca del premier de un gobierno que no indultó a Fujimori en su momento. Quizás porque entonces no iba a ser tan saludable.

¿Por qué de pronto el Apra, con Alan García a la cabeza, promueve el indulto de Fujimori? Hay muchas explicaciones, que no se contradicen, pero que en conjunto no convencen. Una es que para responder al hostigamiento de la llamada megacomisión, arrinconando a Ollanta Humala. Otra para ganarse la buena voluntad del voto fujimorista.

Más refinada es la hipótesis de que en la lógica del largo plazo el Apra busca complicarle la vida a Keiko Fujimori en el 2016 con el padre suelto en plaza. De pronto hasta haciendo alianza con los apristas contra su hija. Pero ese es un billar con demasiadas carambolas como para considerarlo desde el 2013.

Luego está la hipótesis de que el Apra ahora desea remediar el no haber indultado a Fujimori en su gobierno, a pesar de tener acuerdos con fujimoristas dentro y fuera del Congreso. Acuerdos, de paso sea dicho, en que los seguidores no exigían la libertad de Fujimori.

La otra novedad, junto al argumento salutífero de Velásquez, es que Humala debe decidir cuanto antes si indulta o no a Fujimori, como si estuviera obligado a hacerlo. Pero con el cáncer felizmente descartado, y con eso el peligro de que el preso muera en su bungalow, no se entiende bien por qué la impaciencia de García.

La situación que se ha creado más bien refuerza la posibilidad de que Humala rechace el indulto. Lo puede hacer negando la gracia, o simplemente resistiéndose a este nuevo intento de torcerle el brazo, y suspendiendo la decisión sobre el tema. Allí está su frase del 2012 sobre que el tema no está en la agenda del gobierno.

Humala no tiene nada que ganar indultando a Fujimori. La oposición de los fujimoristas y profujimoristas al humalismo va a seguir con o sin indulto. La marca de debilidad de haber cedido ante ellos no haría sino crecer con cada nuevo día. Incluso afectaría la necesaria red de acuerdos con las figuras de su ala derecha.

Este parece más bien un caso en que no decidir tiene obvias ventajas. Es cierto que mantiene la campaña, pero también mantiene las expectativas. Además dedicar todos esos esfuerzos cotidianos al indulto, y sin victoria política en el tema, mantiene distraído al fujimorismo, y también divididos a los rivales de Humala.

Quienes están indignados por la idea de los indultos en el pasado gobierno, y no quieren escuchar las explicaciones de García, podrán comprender perfectamente lo delicado que es el tema de quién se queda y quién sale de las cárceles peruanas (Con información del diario La República).