A raíz del fallecimiento del presidente Chávez, se encargó de la Presidencia de la República el Sr. Nicolás Maduro, el cual será también el candidato del oficialismo para las elecciones que se realizarán el próximo 14 de abril del 2013. Ahora bien, el nombramiento del Sr. Maduro como presidente encargado no me parece correcto y por dos razones a saber. La primera es que se está violando el segundo párrafo del artículo 233 de la Constitución el cual reza textualmente que "...mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente electo, se encargará de la presidencia el presidente de la Asamblea Nacional..." y no el vicepresidente; y la segunda es que el Sr. Maduro, por ética y por coherencia de comportamiento, no debería desempeñar el doble cargo de presidente encargado y de candidato a la presidencia.
Yo quisiera recordar a los más jóvenes que en 1958 el contralmirante Wolfgang Larrazábal era el presidente de la Junta de Gobierno que había relevado a Pérez Jiménez el 23 de enero de ese mismo año hasta tanto el pueblo decidiera quién iba a ser el próximo presidente constitucional que, a la postre, resultó ser Rómulo Betancourt. A los pocos meses el partido URD decidió lanzar como candidato a la presidencia al mismo Larrazábal "el cual aceptó" pero, en acatamiento a la ética de comportamiento, renunció al cargo que desempeñaba como presidente de la Junta, nombrando como substituto al Dr. Edgar Sanabria. Eso para no distraer los recursos del Estado en beneficio de su campaña y para no gozar del ventajismo y de los privilegios de los cuales hubiera gozado como candidato en el ejercicio de sus funciones como presidente encargado.
Ha sido una linda y democrática demostración de ética de comportamiento, porque las enormes ventajas de las cuales goza un presidente, así sea encargado, son incompatibles con su posición de candidato. Acceso a todos los medios de comunicación cuando y como quiera, posibilidad de conectarse por cadena nacional todas las veces que considere necesario, disponibilidad de recursos ilimitados del Estado para trasladarse y para financiar su campaña, gastos de propaganda, etc., etc., son solamente algunas de las ventajas de las cuales puede disfrutar el "candidato-presidente" y que, en cambio, no puede utilizar el "candidato opositor.
Existe una desigualdad de condiciones sencillamente inaceptable en cualquier país auténticamente democrático menos... que ¡en esta Venezuela revolucionaria!