De un tiempo a esta parte, va de error, en error, en error.
Trompearse con Alan García es, ahora, un buen negocio político, y un indicio sería el alza de nueve puntos en solo un mes en la aprobación del presidente Ollanta Humala, alcanzando un robusto 60%.
Esto sería una mala noticia para García, pues significaría que la guerra que le planteó al gobierno –el hecho político más relevante de Palacio en el último mes– benefició a Humala. El presidente debiera enviarle una botella de buen champagne a García en señal de agradecimiento.
Esto ocurre en un contexto en el que, de un tiempo a esta parte, no le van saliendo bien las cosas a García.
En la revocatoria a Susana Villarán, García metió al Apra de cabeza y, calistenias partidarias al margen, fue una pésima decisión. Antes del anuncio aprista, el respaldo al Sí era de dos tercios de la población, y el resultado final ya lo conocen todos.
Fue llover sobre mojado, pues significó la tercera derrota al hilo de García. Apoyó a Kouri primero y jugó contra Villarán en la municipal 2010, y perdió. En la presidencial 2011, apostó por Luis Castañeda, luego por Keiko Fujimori y siempre contra Ollanta Humala, y volvió a perder.
Y en la revocatoria 2013 se volvió a zampar a una fiesta que, en teoría, no era suya, y salió trasquilado, pues no solo perdió sino que, además, dejó la imagen del politiquero dispuesto a poner de cabeza a la ciudad solo por su interés particular.
De otro lado, los destapes de la megacomisión difundidos en varios medios le hacen daño, por un lado, a la propia comisión, pues la proyectan con una finalidad dirigida políticamente. Pero lo que se está revelando también daña mucho a García y al Apra porque son asuntos bastante graves que dejan la impresión de una vinculación con el narcotráfico.
De otro lado, García quiso ganarse indulgencias fujimoristas apoyando el indulto para Alberto Fujimori, pero hasta en ese sector se dieron cuenta del oportunismo preguntándole por qué no lo otorgó cuando sí estaba en sus manos hacerlo.
El ex presidente García dijo hace poco que Humala estaba arrinconado por el resultado de su decisión –en cualquier sentido– sobre el indulto a Fujimori, pero hoy él mismo también parece arrinconado.
Se cree el rey Midas de la política pero, de un tiempo a esta parte, García va de error, tras error, tras error, y eso puede ser una expresión de estar perdiendo sus estupendos reflejos políticos, a lo que se agrega el rodearse de una corte de sobones que no se atreve a cuestionarlo.
Esto no significa, por supuesto, que su posibilidad de volver a Palacio esté liquidada –pues, además, es cierto que ‘el Apra nunca muere’–, si no que, ahora, a García le va a costar mucho más esfuerzo que antes camuflarse de mal menor para ganar otra vez la presidencia en el 2016 (Con información del diario La República).