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Domingo 14 de abril 2013

Las amenazas de Kim

Por: César Campos
Las amenazas de Kim
Foto: newsbusters.org


César Gutiérez, autor de estas líneas


Guiados por las informaciones que llegan desde el sudeste asiático, muchos tendríamos razones fundadas para preocuparnos y abrir los ojos ante la inminencia de un nuevo desequilibrio mundial. Kim Jon un, el líder comunista de Corea del Norte, amenaza atacar con misiles nucleares a su vecino del sur y a las bases militares de los Estados Unidos en la zona, si estas dos naciones continúan realizando maniobras regulares que para Pyongyang constituyen una provocación armada.

El gobierno de Kim anunció hace dos días que “desde este momento, las relaciones entre el norte y el sur entrarán en estado de guerra y todos los temas que se planteen entre ambos países se manejarán en consecuencia”. La alerta ha escalado a nivel global, tanto que Rusia y China (garantes formales e informales de Corea del Norte) pidieron ayer “máxima responsabilidad y moderación” a todas las partes involucradas para no subir las tensiones “a un punto de no retorno”.

Tuve ocasión de visitar Corea del Sur en mayo del 2010, cuando el entonces mandamás de los del Norte y padre del actual gobernante, Kim Jon il (ya afectado por una apoplejía y a punto de perder la vida) había dispuesto, un mes antes, el lanzamiento de un torpedo contra un barco de su vecino, ocasionando la muerte de 46 marineros surcoreanos. Pyongyang negó en un primer momento la autoría pero un equipo de investigación de las Naciones Unidas determinó fehacientemente la procedencia norcoreana del arma mortal.

En dicha oportunidad, las especulaciones respecto a una posible guerra nuclear entre ambas Corea alcanzó picos informativos alarmantes. Fueron tantos que, antes de emprender mi viaje a Seul, encomendé a un amigo cercano velar por mi familia en caso algo me pasara pues como itinerario de visitas tenía incluido Panmunjon, la zona fronteriza y desmilitarizada del sur y el norte en el célebre paralelo 38°.

Arribando a la capital del sur, percibí que las tensiones sólo corrían por cuenta propia. Seul no se daba por enterada de una posible guerra nuclear y desarrollaba su vida diaria como si nada. Mis anfitriones de la organización Korea Foundation no sólo no me disuadieron de dirigirme a Panmunjon, sino que me alentaron a hacerlo. Tomé su consejo, detectando más bien en esa área desmilitarizada un hilarante intercambio de miradas frías y gestos de puños cerrados entre los soldados de ambas naciones.

Será por lo mismo que el portavoz adjunto de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo el viernes que “el camino de la paz para Corea del Norte es claro: poner fin a su programa nuclear, cumplir sus obligaciones internacionales y detener su retórica belicista”. Los pobres efectos de esta “retórica belicista” han sido confirmados implícitamente por el cónsul del Perú en Seul, Julio Ubillús, quien declaró a Radioprogramas que la población de Corea del Sur no siente una amenaza efectiva proveniente del norte y que la toman “como parte normal de la forma cómo se expresan de sus vecinos”.

Todo es posible en este mundo loco pero las amenazas de Kim Jon un – heredero de la dinastía comunista gobernante más larga de la historia – sólo parecen lo que se ha dicho: pura retórica belicista.

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