Las cifras son contundentes, el 79% de la Población Económicamente Activa, los peruanos que trabajan, no aporta a ningún sistema jubilatorio y el 67% de los peruanos mayores de 65 años no tiene ningún sistema de pensiones que los proteja en la vejez. En otras palabras, el sistema de pensiones en el Perú se encuentra en una aguda crisis, porque no cumple con su fin fundamental, que es brindar una pensión a, por lo menos, la mayoría de la población que la necesita.
En lugar de encarar el problema de fondo, tal como se señalaba en el Programa de la Gran Transformación (PGT), revitalizando el sistema público, regulando al privado y creando la pensión no contributiva, el gobierno se ha dedicado a plantear paliativos que no conducen a ninguna parte. En primer lugar, ha deformado uno de sus programas bandera como era “Pensión 65”.
Originalmente fue concebido como una pensión, para los que no habían aportado a ningún sistema de jubilación, de carácter universal, es decir, para todos los mayores de 65 años. Ahora se ha convertido, por arte del MEF, en un programa focalizado para los mayores de 65 años en extrema pobreza. En segundo lugar, en vez de sentarle la mano a las AFP, regulando sus exorbitantes ganancias y permitiendo que los afiliados que quieran regresar al sistema público puedan hacerlo, los pasa por agua tibia exigiéndoles mínimas reformas. Por último, continúa desplumando a la ONP, al obligar a los trabajadores independientes a afiliarse al sistema privado, sin posibilidad de optar también por el público. Además, continúan inamovibles las pensiones de la 19990, la máxima es aproximadamente 890 soles, con lo que se condena al sistema público a la extinción.
El pretexto para no prestarle atención al problema de la falta de cobertura ha sido siempre que la mayor parte de los trabajadores peruanos son informales y no aportan a ningún sistema de jubilación. Pero la informalidad no es un problema individual sino colectivo. Tiene que ver con el modelo económico primario exportador que limita el trabajo decente, que es el que aporta al sistema jubilatorio. Asimismo, otro mito es que los sistemas pensionarios solo se nutren de los aportes de los trabajadores y esto también es falso, en todos los países reciben el auxilio de los impuestos generales. Hay por lo tanto que producir modificaciones de política económica que promuevan el empleo y establecer un nuevo sistema de financiamiento de las pensiones.
Hoy, existe el dinero para hacer el tránsito a un sistema más justo y eficiente solo que los burócratas del MEF lo impiden por razones ideológicas no económicas. Están defendiendo los intereses de los lobbies millonarios de las AFP que han encontrado en la incuria de sucesivos gobiernos peruanos uno de los negocios más lucrativos del planeta.