Las dos semanas de pataleta reaccionaria sobre la posible compra de Repsol por Petroperú han terminado por torcerle la mano al Presidente Humala llevando a que su gobierno finalmente desista de la propuesta. El patrón que viene desde la salida del gabinete Lerner, en diciembre de 2011, parece asentarse. Una derecha que no le permite desviaciones del continuismo neoliberal a un Presidente por el que no votaron y un mandatario que se deja controlar ya no solo en términos generales, sino, mejor diríamos, al centímetro, casi al milímetro.
El anuncio fue hecho de la peor manera, con prólogo de la primera dama “si los números no demuestran que la compra de Repsol es beneficiosa, simplemente no va”, para luego otros funcionarios argumentar que un “estudio de Petroperú”, hecho en un par de días suponemos, señalaba que la compra no era rentable. En lugar de hacer las cosas bien, encargando una valoración adecuada de la refinería La Pampilla a una empresa seria y resaltando la importancia política de que Petroperú se fortalezca, se opta por el secretismo y la ineptitud política. Ahora refinería y grifos quedan a merced de los grupos privados entre los que destaca el grupo Romero, que asociado en Primax con ENAP de Chile, apostarán a controlar la distribución y ampliar la porción del mercado nacional que ya controla nuestro vecino del sur. El caudillo de Locumba, el líder trejo de las campañas electorales ha dado paso a un Presidente débil, manejado por los grandes intereses económicos y el oligopolio de los medios de comunicación.
La pataleta reaccionaria ha tenido, sin embargo, sobre tonos que no podemos pasar por alto. El primero, las declaraciones del Presidente de Confiep, Alfonso García Miró, quien cual Pedro Picapiedra nos anunciaba el fin de los tiempos si se compraban los activos de Repsol, señalando que esto era poco menos que el camino al comunismo. Extrañamos la mesura de otros dirigentes empresariales como Humberto Speziani. Por su parte, Marta Meier, reiterando un estilo agresivo y pendenciero, en su columna del lunes 30 de abril en El Comercio, arremete contra nuestro compañero de Otra Mirada, Salomón Lerner Ghitis, calumniándolo reiteradamente, en relación a la malograda compra de Repsol que comentamos. Valoramos enormemente la discrepancia como les consta a los que han debatido con nosotros, pero creemos que debemos hacerlo con el respeto necesario y sin caer en la diatriba y el insulto. Pero lo grave son las consecuencias de esta ofensiva de la derecha, primero contra Petroperú y luego contra otros aspectos como la política exterior, principalmente Venezuela y UNASUR. Petroperú está en la mira de los neoliberales desde hace varios años. El fujimorismo no pudo terminar de canibalizarla y el 2006 se logró una ley que autorizaba su incursión en todos los ámbitos del negocio petrolero. La derecha a lo que apunta y la debilidad de Humala le vuelve a dar cancha para ello, es a derogar la ley del 2006 y a vender los activos que le quedan, para entregar el mercado peruano de combustibles refinados a Chile, ya que los chilenos sí tienen capacidad de refinación modernizada y nosotros no.
La próxima víctima podrían ser los alientos de política exterior progresista del gobierno para regalarle una presa a la mayoría troglodita del Congreso que promueven los medios. A la opción por continuar en la Alianza del Pacífico y firmar un Memorandum de entendimiento militar con Estados Unidos, se podrían agregar en los próximos días una actitud de hostilidad hacia UNASUR y eventualmente un alejamiento de Venezuela. Ojalá que el susto no de en Palacio para tanto.
¿Quiénes son los ganadores inmediatos? Al interior del gobierno el ministro Castilla que reafirma su poder y el de los tecnócratas neoliberales que asustan a Humala. En la opinión pública Alan García que venía abollado del paso por la Megacomisión y su mal manejo de las acusaciones por favorecer a narcotraficantes con reducción de penas. Ahora, tratará de cosechar los errores de Palacio. Por último, el fujimorismo que ya presentó su proyecto de ley para derogar la legislación del 2006 que favorece a Petroperú.
Pese al continuismo neoliberal, el debate abierto estos días ha puesto sobre la escena nacional la importancia política de que Petroperú se fortalezca, con una propuesta seria de política de Estado, en los temas de la modernización de las refinerías de Talara y la Pampilla, el retorno de Petroperú a los lotes petroleros y la comercialización, para modernizar la empresa, recuperar la renta petrolera a favor de la nación, y superar la actual distorsión que nos vuelve un mercado cautivo de los combustibles chilenos.
Mientras tanto seguimos con el Estado capturado por las grandes empresas y los grupos de poder económico que no dejan hacer nada que perjudique a sus intereses en el corto plazo.