Adiós hermano, amigo y compañero de ideales; lograste lo que muy pocos políticos peruanos pudieron y podrán: TRASCENDER; optaste (a pesar de tener la oportunidad de vivir una vida de lujo y comodidad) por el compromiso popular; luchaste contra viento y marea por la justicia social, la soberanía y democracia auténtica, los derechos de los discapacitados y por erradicar la corrupción.
Odiado y vapuleado por la derecha cavernícola, quedan las huellas de tu lucha, el ejemplo y compromiso latente por lograr el sueño de José Carlos Mariátegui: conquistar el pan y la belleza.
Siempre recordaré la reunión a fines del mes de julio 2006, cuando empecé mi trabajo como asesor en el Congrezoo; tuviste la amabilidad de orientarme en una larga conversación de 4 horas, recuerdo bien tus palabras: "Prepárate para ser testigo de cómo actúa la derecha en el poder, prepárate para ser testigo de las más bajas pasiones humanas, la derecha no tiene límites. Eso sí, recuerda siempre que quienes leímos y nos educamos con Mariátegui, estamos blindados por el ideal y la ética política".
Como decía el Amauta José Carlos Mariátegui: “Si la historia es creación de los hombres y las ideas, podemos encarar con esperanza el porvenir. De hombres y de ideas es nuestra fuerza”.
Gracias Javier.